Programa para una nueva novela
El punto ciego
Javier Cercas
Random House
144 páginas | 15,90 euros
Javier Cercas fue cocinero antes que fraile y, aunque luego haya recibido las órdenes mayores que le convierten en uno de nuestros más conocidos e interesantes novelistas actuales, no ha dejado los fogones. Ha sido y sigue siendo profesor de literatura y suele también tratar acerca de asuntos relativos a la escritura. Además, hizo una tesis sobre Gonzalo Suárez. Que eligiera a este curioso cineasta y novelista, pionero de cierta modernidad antirrealista, indica su antiguo interés por las incertidumbres que plantea la actividad artística. El punto ciego es la más articulada y ambiciosa contribución a estas preocupaciones de quien ya hizo una doble aportación, teórica y práctica, al movedizo e incierto territorio de cómo contar la realidad con su personal invención de los “relatos reales”, paradójica etiqueta con la que postula un estatus narrativo para la crónica de actualidad. O sea: un modo de afrontar los límites entre verdad y ficción.
¿Qué es una novela?, es la pregunta central de este ensayo, de esta auténtica teoría de la novela. ¿Qué es?, o, para ser precisos, qué debe ser, puesto que Cercas no actúa con frío distanciamiento sino que habla sin disimulos como juez y parte. Si no llega a tanto como a lanzar un manifiesto, sí plantea un programa completo, abarcador del fondo y de la forma, para una nueva novela. Dice cómo debe ser la novela de la posmodernidad, la de fines del pasado siglo y del actual. Y lo explica (mejor, lo propugna) sin miramientos, con rechazo cerrado de la novela digamos clásica, la del siglo de su éxito, el XIX, a la que solo hace graciosas concesiones. La novela decimonónica daba una visión estructurada y unívoca del mundo. Cercas sostiene la alternativa a este modo narrativo, a su entender ya prescrito, en la analogía con un rasgo anatómico del ojo. Nuestros ojos tienen un punto ciego —explica— situado en el disco óptico a través del cual no se ve nada. También en la nueva novela que Cercas avala hay un punto ciego similar: en ella se plantea una pregunta que exige una respuesta, para la cual, sin embargo, no existe respuesta. “La respuesta es que no hay respuesta”: la respuesta es la búsqueda de la respuesta, la propia pregunta, el propio libro. De este modo, frente al sentido de la realidad cerrado y completo de la novela canónica se impone otra de solución “ambigua, equívoca, contradictoria, esencialmente irónica”. Esta novela no es, sin embargo, aclara, invento de hoy, sino que su raíz se halla en la estructura flexible del Quijote y engarza con la narrativa del “modernismo” (Kafka, Joyce, Musil, Mann, etc).
En última instancia la apuesta de Cercas consiste en abandonar la visión estandarizada del mundo y sustituirla por una visión compleja, lo cual requiere una formulación literaria lo más compleja posible, cuyo resultado es no resolver el enigma planteado sino hacerlo irresoluble, con lo cual la novela sale de la férula autoritaria del autor y se aboca al lector. En esta novela tienen tanto peso los personajes o la trama como el ensayo y las ideas, y el reportaje, y, desde luego, no es un entretenimiento. Es “una herramienta de investigación existencial, un utensilio de conocimiento de lo humano”.
Cercas aborda la naturaleza del artefacto cultural que llamamos novela con pulso narrativo y sin caer en la jerga de los teóricos. Afirmaciones polémicas incitan a la reflexión y al debate, y nos abren nuevos horizontes. Aunque me temo que, al cabo, la novela sigue preservando, como la Esfinge, su secreto. La teoría del punto ciego es, eso sí, el último escalón de un proceso histórico en el que el relato de una aventura se ha convertido en la aventura del propio relato.