Tiempo de guerras ganadas
Falange y literatura
José-Carlos Mainer
RBA
696 páginas | 23 euros
Publicada por primera vez (1971) en la colección Textos Hispánicos Modernos de la editorial Labor, que dirigía Francisco Rico, Falange y literatura fue el primer libro que abordó desde fuera y con criterios rigurosos el entramado de relaciones entre la variante española del fascismo y los numerosos escritores, no todos ellos menores, que nutrieron sus filas, a los que hasta entonces no se había dedicado un estudio de conjunto que mereciera ese nombre. Lo firmaba un veinteañero, José-Carlos Mainer, que años después recordaría el retrato de José Antonio —”en mangas de camisa, con aire entre resignado y ausente”— en las aulas de la escuela (La escritura desatada, Menoscuarto, 2012) o evocaría las razones que lo llevaron a escribir, entre 1969 y 1970, aquel trabajo pionero y desde hace décadas inencontrable: “La culpa la tuvo la revista Vértice, que mi padre, teniente médico en las filas franquistas durante la guerra, había coleccionado y cuyos gruesos tomos yo repasaba en las eternas y gratas convalecencias de aquel entonces”, afirmaba en el prólogo a La corte literaria de José Antonio (Crítica, 2003) de Mónica y Pablo Carbajosa. “Gracias a esos tomos, y a los de La Ametralladora, yo era un verdadero erudito en la Guerra Civil a los trece o catorce años”.
Ya en ese prólogo reconocía Mainer la contribución de Andrés Trapiello —impagable, no solo como autor de las sucesivas ediciones de Las armas y las letras (la última en Destino, 2010)— y otros trabajos como el entonces recién aparecido de Mechthild Albert, Vanguardistas de camisa azul (Visor, 2003), o el menos ponderado, por excesivamente sectario, de Julio Rodríguez Puértolas (Literatura fascista española, Akal, 1987), pero seguía resistiéndose a volver sobre aquella aproximación de juventud para revisarla y actualizarla. Más de cuarenta años después, Mainer ha accedido al fin y el resultado, espléndido, es un libro —”otro libro y también el mismo”— que mejora y amplía el original —la introducción se ha convertido en una verdadera monografía— pero mantiene la estructura de la antología (también ampliada) de textos que la acompaña, dividida en secciones temáticas impecablemente presentadas donde se citan y valoran muchos otros escritos, además de los recogidos. Porque el autor, como es su costumbre, no solo describe o glosa, sino que también evalúa. Ese análisis es más histórico o sociopolítico en la introducción, de obligada lectura, y vira a la crítica literaria en los preámbulos a las secciones, pero en uno y otro caso aúna la erudición sobre la materia, la buena prosa ensayística y el raro don de la síntesis esclarecedora.
Uno de los grandes méritos de Falange y literatura es mostrar la variedad de matices y procedencias que confluyeron entre los partidarios de José Antonio y la evolución posterior al triunfo solo formal de sus ideales en el régimen del 18 de julio, cuando aquellos se convierten en franquistas acomodados, nostálgicos de la llamada revolución pendiente, pragmáticos disconformes o abiertos disidentes. Se ha hecho justamente célebre la sentencia de Trapiello cuando afirmó que los escritores falangistas ganaron la guerra pero perdieron los manuales de literatura, pues en efecto parece claro que entre ellos había autores valiosos como Foxá, Sánchez Mazas o Ridruejo que durante años —e independientemente de su mayor o menor alejamiento de las ideas totalitarias— debieron purgar su apoyo al bando de los vencedores. Quien quiera adentrarse en la trayectoria del grupo o de los diversos grupos —sus libros, editoriales, diarios o revistas— tiene y tendrá por fuerza que consultar este libro mayor en el que Mainer ha volcado parte de su profundo conocimiento de la Edad de Plata, cerrando un círculo que empezó a trazar en el tardofranquismo y ha concluido luego de largas décadas de ejemplar dedicación al estudio de la literatura española.