Una declaración de amor
Librerías
Jorge Carrión
Anagrama
344 páginas | 19, 90 euros
Pocas veces la filosofía que anima un ensayo se habrá expresado con tanta claridad: “La Librería es ligera; la Biblioteca es pesada. La levedad del presente continuo se contrapone al peso de la tradición. No hay nada más ajeno a la idea de Librería que la de patrimonio. Mientras que el Bibliotecario acumula, atesora, a lo sumo presta temporalmente la mercancía —que deja de serlo o congela su valor—, el Librero adquiere para librarse de lo adquirido, compravende, pone en circulación. Lo suyo es el tráfico, el pasaje. La Biblioteca está siempre un paso por atrás: mirando hacia el pasado. La Librería, en cambio, está atada al nervio del presente, sufre con él, pero también se excita con su adicción a los cambios. Si la Historia asegura la continuidad de la Biblioteca, el futuro amenaza constantemente la existencia de la Librería”.
Librerías, de Jorge Carrión, se organiza en buena medida en torno a este binomio tantas veces aludido, Biblioteca/Librería, vale decir, público/privado, acumulación/circulación, poniendo el acento sobre el hecho objetivo, insoslayable si atendemos a la bibliografía existente, de que mientras la Biblioteca ha sido estudiada, escrutada y glosada hasta la náusea, la Librería ha merecido una atención mucho más difusa, voluble y periférica. Quizá el carácter mudable, vertiginoso, en constante modificación de la Librería como depósito de sabiduría, pero sobre todo como almacén de mercancía, haya influido en la menor atención que los estudiosos del libro y su constelación de significado le han rendido.
Por fortuna, Librerías no solo subsana este expediente redactado a medias, sino que lo hace con una notable destreza que hace del presente libro una lectura precisa y preciosa. Porque Carrión sabe mucho del tema que le ocupa, pero jamás se enreda en el fárrago enciclopedista ni cae en la pedantería del especialista. Al contrario. El hallazgo de su ensayo es situarse a sí mismo, desde el comienzo, como protagonista de ese mundo proceloso e infinito de la Librería, lo que hace que la peripecia de ésta pueda, en gran parte, vivirse como la aventura de quien la visita. Es decir, al convertirse en peatón, cliente y observador de las muchas librerías que ha conocido en sus viajes, Carrión nos conduce a todos de la mano por un recorrido que esconde, en el fondo, una evidente declaración de amor.
Amor a un oficio poblado de excéntricos, visionarios y mercaderes. Amor a un oficio que articula una correspondencia plausible entre los distintos cronomapas del globo. Amor a un oficio que ha dignificado el libro como lo que es y será siempre: uno de los inventos de más éxito en la historia de la humanidad. Porque Librerías no es solo un catálogo de los lugares sagrados en la memoria de cualquier lector que se precie (Shakespeare and Company, Green Apple Books, Strand) ni el relato de unas ciudades cuyo papel en la Historia no se explica sin esos centros de conocimiento y resistencia (París y La Maison des Amis des Livres, Tánger y la Librairie des Colonnes, San Francisco y City Lights), sino que se encarna en las personas que hicieron y han hecho posible este sueño formidable. Así, por sus páginas desfilan nombres míticos como Sylvia Beach, Adrienne Monnier y George Whitman, pero también escritores para los cuales la Librería fue parte constitutiva no solo de su vida, sino sobre todo de su obra: de Goethe a Bolaño, pasando por Diderot, Benjamin o los beatniks, todos hallan aquí un ámbito de refugio y complacencia.