Ambiciones incumplidas
Una manada de ñus
Juan Bonilla
Pre-Textos
348 páginas | 20 euros
La adolescencia es el único fantasma que no se desvanece. Su presencia invisible nos visita de tiempo en tiempo para provocarnos la pregunta de cuánto hemos traicionado a aquel muchacho que fuimos. Un interrogante zurcido a la memoria que se despierta espontáneamente por un olor, por una imagen, por una página en blanco convertida en un río infectado de cocodrilos y donde algunos ñus son las víctimas necesarias para que la manada siga adelante. Así lo entiende y lo narra Juan Bonilla en su último libro de cuentos. Diez ñus, diez orillas, diez cocodrilos. Diez historias en las que sus maduros protagonistas ajustan cuentas, se reconcilian o se reconocen en los adolescentes que un día transitaron entre quiméricos sueños, el descubrimiento de la verdadera naturaleza de las emociones y la expulsión de la manada. Ni botox ni bisturí. No los necesita Bonilla en la reconstrucción del pasado en el presente. Tampoco al juzgar con cierta emancipación moral el episodio que simboliza el pecado original de la adolescencia: el momento en el que sus personajes perdieron la inocencia y se transformaron en adultos con secretos.
“Tú sigue por donde vas, que no vas a ninguna parte”. Se lo dice un padre a su hijo. Un chico con la identidad en estado de ánimo y en contradicción. El cazador que ha soñado largamente con cobrarse una pieza a la que codicia y acecha en silencio. Alguien que explora los sueños y las incertidumbres en la punta alumbrada del cigarrillo; en la pantalla de un cajero automático; en el ordenador de un compañero que escribe cartas de amor a Debra Paget, la actriz bailarina de El tigre de Esnapur; en el cine Lealas frente al que debe decidir si es capaz de estar solo frente al deseo azul de Brooke Shields o en el tablero de ajedrez donde ganarle al niño que le ofreció tablas a Bobby Fisher, cuando había una manera de matar su rey en jaque.
Antihéroes todos y cada uno de estos sucesivos yoes que componen el yo del autor que no esconde su nombre ni su juventud como aprendiz de escritor. Igual que se hizo lobo estepario de Hesse y lector de Bukowski, autor de listas de objetivos que cumplir antes de los cuarenta años, fundador de un comando dadaísta para reclamar justicia para un libro excluido de un premio o huérfano enfermero de cabecera de pacientes en la antesala de la muerte. Y también un precoz impostor de identidades. El doble, excelentemente tratado en el fondo de todos los relatos. Bajo la historia de superficie que serpentea por emociones como la venganza, la grandeza inconquistable, la ambición, la pérdida de la dignidad, las diferentes soledades de los personajes, el incumplimiento de las ambiciones con ardor joven. Cada argumento es el embozo del doble, convertido por Bonilla en la sombra interior de cada relato. La auténtica historia escondida que hay que descubrir en el chico que fue y en el adulto que es; en el escritor que, en un hotel de Berlín, escucha una voz cantar el mismo gol del Xerez disputando el ascenso a Primera —una guerra del vino con el Logroñés—; en el compañero que ve la misma película donde se confunden deseo y amor; en el mismo tipo que graba el llanto de un niño para vengarse de una pérdida de sueño y de…
El doble, eterno tema borgiano mezclado con el inconfundible estilo Bonilla: ironía cáustica entre la comedia y el drama, aliento poético, paralelismos entre las historias, la huella del pop y brillantez al llevar la anécdota de la biografía a la quinta planta de la ficción y al metamorfosear la ficción en un extravío de la realidad. Todo ello, sin perder un ñu en el camino.