Aquel turbulento Berlín
El café sobre el volcán
Francisco Uzcanga Meinecke
Libros del K.O.
224 páginas | 15,90 euros
Una gran ocurrencia del filólogo, filósofo y traductor afincado en Alemania Francisco Uzcanga Meinecke (1966) centrar su narración en el Berlín del periodo comprendido entre 1922-1933 y situar el foco de esta “crónica del Berlín de entreguerras” en el mítico Romanisches Café y en los personajes (pintores, novelistas, músicos, dramaturgos, periodistas, caricaturistas, actrices…) que lo frecuentaban a diario, un pintoresco grupo que Goebbels, incomparable difusor de mentiras peligrosas, definió como “judíos bolcheviques que en ese café urden sus siniestros planes revolucionarios y por la noche invaden los locales de esparcimiento de la Ku’Damm donde se dejan incitar al baile por orquestas de negros y se ríen de las miserias de la época”. Esa frase del siniestro ministro de propaganda y un bono super inflacionario de cien mil marcos de 1923 que al autor le llegó desde su lejano bisabuelo alemán, son disparaderos de esta hermosa y trepidante historia, años convulsos que acuñaron en alemán la expresión “bailar sobre el volcán” para definir las turbulencias e inseguridad extremas de una República de Weimar donde los billonarios eran pobres y las calles de la capital eran un inacabable muestrario de especuladores, prostitutas/os, parados y mutilados de la Primera Guerra…
La formación alemana de Francisco Uzcanga (profesor en Ulm, formado en Tubinga y Constanza) y su gran capacidad para contar sin perder el pulso, ofrecen un excelente fresco de aquel periodo, dotando al conjunto de interés y de suspense mientras desgrana el asesinato del ministro de Exteriores Rathenau (y de otros socialdemócratas y pacifistas), el fatídico descontento militarista o las acciones violentas de la Organización Cónsul y de los camisas pardas en su “limpieza” de calles, estaciones o cafés.
El libro contiene también decenas de expresiones alemanas irónicas y mordaces de la época y un más que curioso anecdotario social. Los supuestos “judíos bolcheviques” —la amenazante “horda” de anarquistas, comunistas y revolucionarios que se congregaban en aquel café mientras Hitler y los suyos tramaban el Horror— no eran otros que Döblin, Brecht, Kurt Weill, Wedekind, Toller, Grosz, Dix, Kraus, Benn, J. Roth, Else Lasker-Schüler, Marlene Dietrich… Uzcanga, en una ágil estructura capítulo/año, recrea con maestría la atmósfera de esa década de inestabilidad en la que los generales, suboficiales, policías, jueces, banqueros, empresarios… conspiraban contra la República de Weimar o posibilitaban golpes de estado. De paso, se nos ofrecen jugosos datos del ascenso profesional de las mujeres, del papel del buen y gran periodismo, o de la interrelación entre aquellos artistas, sus envidias, sus admiraciones recíprocas, sus traiciones o sus giros de la bohemia al aburguesamiento.