Calculada miscelánea narrativa
La vuelta al día
Hipólito G. Navarro
Páginas de Espuma
192 páginas | 16 euros
Declara Hipólito G. Navarro en las páginas preliminares de La vuelta al día que aborrece los prólogos a las obras de ficción. Por suerte se ha saltado a la torera esa convicción porque en una jugosa nota introductoria da claves convenientes para apreciar el sentido del libro. De otro modo, la recopilación de piezas muy diversas en temática y en forma podría dar la impresión, no del todo falsa, de una simple y azarosa miscelánea propiciada por la oportunidad editorial. Quienes preferimos los libros de cuentos unitarios a los de materia dispersa habríamos tenido motivos para exponer esa reserva, y, sin embargo, el prólogo invita a ver el volumen con otros ojos, los de un conjunto narrativo vario que muestra la versátil condición de un prosista que expone su sorpresa ante la extraña realidad a través de una entusiasta y fecunda dedicación a las formas narrativas breves. Se trata aquí, además, de un escritor que se dirige a un destinatario específico. Navarro piensa en un lector aficionado al género e incluso cercano a él mismo y a sus cosas, no en una gran mayoría lectora (suponiendo que exista). Esta consideración no es trivial y condiciona la ideación misma del volumen. Una de sus cinco partes, la última y que da título al libro, ya lo señala en su rótulo: “Texticulario íntimo para incondicionales y compinches”.
El autor escribe para cómplices de un género en esencia minoritario, que se sienten vinculados con él, y que previamente le conceden la gracia de interesarse incluso por cosas privadas. A ese lector poco le importa encontrarse con un cajón de sastre. Sobre el sostén de este beneplácito, el veterano escritor onubense agrupa textos narrativos de muy diversos tipos en su tratamiento formal. Hay, por supuesto, piezas mínimas e intensas, del género del microrrelato del que Navarro ha sido pionero antes de que se haya convertido en moda, y otras de de aliento y tono más novelesco que cuentístico. En todas se aprecia una idéntica voluntad de estilo, una prosa fluida, esmerada sin barroquismos, un mimo de la lengua, un trabajo con la materialidad del idioma, incluso una voluntad de jugar con la palabra, que llega a la broma de escribir “Caperucita roja” al revés. Pero no se trata de un experimentalismo vacuo, sino de sacarle al idioma buenos efectos rítmicos, y ponerlo al servicio de hallazgos conceptuales e imaginativos.
Forma y lengua sostienen una rica galería de tipos, con cierta inclinación por los perfiles excéntricos. Los personajes asumen una problemática que abarca lo universal humano: se habla bastante del amor, de la quimera de la felicidad, de la juventud revisitada, también del dolor, de la decadencia, de una existencia turbia que se asoma a la tragedia; y de vez en cuando de las letras y del arte. El tono amable de muchas situaciones soterra graves conflictos. La ironía y el humor son revestimiento engañoso del fracaso, la soledad y el desvalimiento. Estas experiencias se enmarcan tanto en un realismo estilizado actual como en la pura fantasía sin tiempo.
Sostiene el voyeur protagonista de “Mucho ruido…” que “no se puede mirar todo el rato a las cosas desde el mismo lado, [ya que] la realidad tiene más ángulos de los que uno imagina”. Esta es, camuflada en un alter ego, la poética del propio Hipólito G. Navarro y de esa mirada inusitada de la vida sale La vuelta al día. Con este magnífico ramillete de historias graves e historietas jocosas, incluso de puros juguetes narrativos, pinta los equívocos del mundo quien no necesita que se diga que es uno de los mejores cuentistas españoles del presente.