Cantar de gesta
Los libros repentinos
Pablo Gutiérrez
Seix Barral
264 páginas | 18,50 euros
El onubense Pablo Gutiérrez tiene muy claro su cometido como escritor. Con inalterable regularidad, hasta ahora, viene dando cada dos años una nueva entrega de una especie de episodios contemporáneos sobre la crisis que marca nuestro tiempo. En 2010 contó en Nada es crucial la historia de una joven pareja de “heliotropos” aprisionada por el fariseísmo social. Luego, aplicó técnicas vanguardistas al retrato de un parado en Democracia. Y ahora entona el cantar de gesta de un barrio suburbial en Los libros repentinos. Desconozco Rosas, restos de alas y otros relatos, de 2008, pero esta trayectoria permite suponer que ahí arranca un firme designio de poner su pluma al servicio de una causa, la denuncia de las desgracias materiales que agobian hasta el sufrimiento a los sectores sociales desprotegidos. Con ello encadena su obra a la que vienen haciendo un puñado de recientes narradores con semejante impulso testimonial.
Los vehículos de la novísima escudería de novela social comparten un mismo sostén ideológico, pero los mueven mecánicas diferentes. El motor que ahora impulsa el de Pablo Gutiérrez se alimenta con gruesos trazos antiépicos y con un humorismo vitriólico. El autor inventa situaciones atípicas y desde ellas elabora su personal imagen de la actualidad. En el arranque de Los libros repentinos llegan por equivocación a casa de una viuda pobre, Reme, unos libros que recoge como si fuera la destinataria y lee con voracidad insomne. Este aprendizaje de la realidad le sirve de espoleta para acaudillar la protesta del suburbio contra un bando municipal que prohíbe tender la ropa en las ventanas con vistas a la calle de las “nanoviviendas”. Ambas anécdotas parecen más bien ocurrencias de poco fuste narrativo, pero Gutiérrez las toma como motivo de una glosa y de este modo, ironía va, sarcasmo viene, adquieren enjundia argumental. La novela va de menos a más y concluye con una holgada estampa de la gente enchiquerada en ese “aliviadero de la ciudad distante” y avasallada por la casta.
Detalle a detalle, el autor monta el puzle moral y material del barrio conocido como “Casas Baratas”, de las frustraciones vecinales y la atmósfera que explican el estallido de un inesperado fuenteovejuna. Los datos testimoniales de esta historia se acumulan (droga, paro, violencia, insatisfacciones múltiples) y se elevan, sin perder valor de crónica social, a una categoría superior, la de una parábola de la insumisión. Pablo Gutiérrez se mueve en un territorio novelesco singular: por una parte, actúa con criterios de realismo verista; por otra, dota a todos los elementos de rasgos arquetípicos. Los sucesos se trasforman en símbolos; los personajes alcanzan la dimensión emblemática que indican sus nombres (“Reme-rebelde”, “el incauto”, “la Feroz”, “el activista-Leo”, etc.). Los hechos, por otra parte, se sostienen en un continuo diálogo con textos de tipo crítico (Galdós, Baroja, Buero Vallejo…) de la biblioteca de Reme.
Pablo Gutiérrez hace un vibrante alegato contra la injusticia social asumiendo la perspectiva ética de los escritores comprometidos. Pero no se conforma con un sencillo testimonio naturalista sino que busca un aggiornamento formal mediante la ideación culturalista y el barroquismo estilístico. Comete excesos en ambas opciones, se recrea en la prosa con prurito de virtuoso, resulta ingenua su fe en el poder de la literatura y ni siquiera la caricatura evita del todo las simplificaciones maniqueas. A pesar de estas reservas, su propuesta produce resultados más que estimables y supone un paso adelante en una obra en marcha exigente y muy interesante por su alerta innovadora.