El filo de la navaja
Vente a casa
Jordi Nopca
Libros del Asteroide
214 páginas | 16, 95 euros
Jordi Nopca esconde en sus relatos pistas que el lector atento debe coleccionar para escarbar entre líneas. La caudalosa información que hay en cada historia revela a un observador que también sabe cuándo y dónde escatimar información para mantener la tensión. El misterio. La intriga. “Vente a casa”, por ejemplo, es una frase aparentemente inocente que se empeña en no ser inocua: con ella llega un volantazo narrativo que lo pone todo patas arriba. Porque Nopca sabe que una simple decisión sin meditar puede cambiar una vida. Destruirla, incluso. Los personajes son víctimas de una crisis personal y colectiva. Las palabras se pegan al terreno y cuentan lo que nos recuerdan los periódicos: injusticias, fracasos. Rutinas de dolor.
Sus parejas viven en el filo de la navaja y nunca pueden confiarse: a la vuelta de la espina aguarda un pinchazo que desangra los sentimientos y calcina las esperanzas. Los personajes están cargados de contradicciones y contricciones, de compromisos incumplidos y traiciones en defensa propia. Hay muchas referencias cinéfilas y literarias con las que afilar afinidades. En “La pantera de Oklahoma”, la lucha sorda y muda entre un traductor y el autor se convierte, con una nieta del cineasta Blake Edwards como invitada sorprendente, en un ejercicio de intriga que revuelve aguas metaliterarias sin ahogarse en ellas. Hay en esta sucesión de desdichas (des)encadenadas una voluntad descarada por mezclar un cauto lirismo sentimental con rejonazos costumbristas que abren en canal la suciedad anónima que nos rodea y chispazos delirantes al filo de lo imposible. Los elementos más intrascendentes adquieren una importancia capital en las historias de Nopca, capaz de arrojar a un hombre al mismísimo infierno por perder sus llaves y de arrancar una historia de amor en un lavabo público (una mezcla de David Lynch y Wong Kar-Wai con resonancias del primer Almodóvar: impresionante).
Con “Navaja suiza” hay una perturbadora sacudida de emociones: una pareja se “ambienta” antes de emprender un viaje con literatura de ese país. Cuando el destino es Suiza, lo imposible se vuelve inevitable y al protagonista le aguarda una tormenta helada de decepciones y rencores de la que solo podrá escapar gracias a la venganza. Con un final que hubiera encantado al Hitchcock de las pequeñas historias terribles que presentaba en televisión, Nopca también demuestra su talento para estrujar la narración y hacerla agobiante y turbia.
Este cruce de destinos y desatinos donde el humor, el amor y el horror son colindantes (se necesitan) tiene la admirable cualidad de hacer a sus personajes creíbles. Los diálogos son los justos y necesarios (he aquí un escritor español con buen oído), los cambios en el punto de vista están bien engrasados, y los brotes de ternura que crecen en las áreas más inhóspitas aportan un toque de calidez casi desesperada.