El inteligente bufón
El manuscrito de fuego
Luis García Jambrina
Espasa
424 páginas | 19,90 euros
Hay veces que la historia puede comprenderse mejor —sobre todo, puede sorprendernos más— si detenemos la mirada en lo que ha quedado escrito en sus márgenes, a pie de página o, simplemente, impreso en crónicas no oficiales que permanecen agazapadas a la sombra de las grandes gestas. Sucede con la historia y, sobre todo, con sus personajes. Si a todo héroe le corresponde un villano, o a un hidalgo, un escudero, no es menos popular y arquetípico que el retrato de reyes y poderosos puede dibujarse también a partir del relato de sus bufones, juglares, chanceros, y en definitiva, los que fueron llamados ‘hombres de placer’.
A uno de los más insignes que ha dado esa historia de España que se escribe en los márgenes, Francés de Zúñiga, está dedicada la última novela de Luis García Jambrina: El manuscrito de fuego con la que cierra la trilogía iniciada en 2008 con El manuscrito de piedra y a la que siguió El manuscrito de nieve (2010). Como una de las voces más autorizadas de la novela histórica en nuestro país, y valedor de un género que gana tantos adeptos en las librerías como acumula ausencias en las páginas de suplementos culturales, García Jambrina trufa de calidad literaria, una vez más, esta narración con fuertes raíces documentales en la España de Carlos V pero salpicada de ficción. Presenta Jambrina (máster en guion de ficción para televisión y cine además de profesor universitario) una combinación de moda en los formatos audiovisuales que, parece ser, va a ser también tendencia en el negro sobre blanco: la historia y el thriller, la novela negra y la novela histórica reunidas en un nuevo género híbrido que tantas satisfacciones les está dando a los operadores televisivos nacionales e internacionales con productos que son consumidos en masa (léase, por ejemplo, La peste).
A saber: un crimen sin resolver en la España del XVI, un personaje real en el papel de investigador insólito pero no descabellado (Fernando de Rojas, el autor de La Celestina, que repite de nuevo en esta narración), un contexto histórico cuajado de épica, grandes gestas, luchas de poder y bajas pasiones que el autor combina con una profusa, realista y bien documentada descripción de la vida cotidiana de una época que sigue siendo terreno abonado para revisiones desde todos los formatos relacionados con la ficción histórica y fantástica.
¿Qué aporta de nuevo, pues, El manuscrito de fuego? Calidad literaria, sin duda; y la recuperación de dos personalidades tan excepcionales como desiguales en su relación con la historia: Fernando de Rojas, al que describe en el ocaso de su vida, fascinante personaje converso y heterodoxo, en calidad de pesquisidor real en esta narración; y la del propio bufón de Carlos V, conocido por haber publicado una Crónica burlesca sobre el emperador —por la que fue apartado de la corte— y un refranero que le valieron el sobrenombre de “santo patrón maldito de los periodistas, de los cronistas y de los que utilizan el humor satírico”, como le bautizó Francisco Umbral. Un bufón además, que no era “feo ni enano, ni deforme ni bobo”. Un personaje excepcional de lengua afilada, un espía, un confidente, un azote del poder cuyo asesinato no es más que una metáfora del castigo y la persecución que, desde entonces hasta la actualidad, sufren los disidentes de la oficialidad.
Todo lo demás, viene de serie en la ya conocida obra de García Jambrina: profusión de diálogos por encima de otras disquisiciones, y un lenguaje contemporáneo donde introduce de manera sutil y sin estridencias ciertos modismos y giros históricos con los que va conduciendo al lector por la España de la época. De Umberto Eco a Conan Doyle, García Jambrina no esconde sus referentes en una narración llamada a conectar con el gran público pero que evidencia su capacidad de trascender la literatura de entretenimiento.