El secreto de la mariposa
El ala izquierda. Cegador, I
Mircea Cărtărescu
Trad. Marian Ochoa de Eribe
Impedimenta
432 páginas | 23,95 euros
El ala izquierda, la primera parte de la trilogía Cegador del rumano Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956), escrita entre 1996 y 2010, es un prodigioso artefacto literario con las sutilezas de un caleidoscopio: cada vez que se agita renueva su aspecto y permite una lectura distinta. El ala izquierda es una incursión tan fascinante como excesiva por el sanctasanctórum de la imaginación gótica de Cărtărescu que encantará seguramente a sus miles de bibliófagos (la edición de Solenoide, su novela anterior, de más de 800 páginas, ha superado los 14.000 ejemplares consumidos y aspira a llegar a los 19.000) pero indigestará a los estómagos débiles o pusilánimes.
Sin embargo, no es estrictamente una novedad en español: hay un antecedente. La primera edición de El ala izquierda, aparecida en el sello Funambulista, se remonta a 2010, aunque no tuvo continuidad ni concitó fervores mayoritarios. Había razones: Cărtărescu no era entonces un autor conocido (hasta 2008 no inició Impedimenta la edición sistemática de su obra), la novela había sido traducida del francés y parece que no fue buena idea elegir como carta de presentación de un rumano casi inédito el primer tomo (huérfano) de una trilogía. Ahora llega en una nueva y suculenta traducción del rumano de Marian Ochoa de Eribe.
El ala izquierda (y suponemos que el resto de Cegador) es una obra tremenda y atractiva, una creación desmesurada y extraordinaria a la manera de las historias de Allan Poe. El idilio entre el lector hispano y Cărtărescu, y el magnetismo que junta a uno con otro, está más que justificado. La prosa del rumano está repleta de reminiscencias sobre obsesiones y literaturas compartidas: Borges, Cortázar, García Márquez, Sábato…, más otros nombres paralelos y perpendiculares como Proust, Balzac, Pirandello y, por supuesto, H. P. Lovecraft cuyos seres lóbregos y monstruosos, habitantes de pasadizos y subterráneos que duplican el mundo real, tienen aquí un generoso correlato. Como reinventor de la novela gótica, Cărtărescu mezcla el refinamiento romántico con el suspense, el misterio y la irrealidad. Eso le permite saltar sin tapujos del sueño a la realidad, acumular argumentos secundarios, abandonarlos e imponer, en fin, una estructura narrativa laberíntica que fascina tanto como desorienta.
Pero volvamos al contenido. Está estructurado en tres partes. En la primera el niño Mircea reinventa su infancia acumulando sin distinción recuerdos oníricos y reales, fantasmas y mitos, siluetas de familiares o de trasgos. La tormentosa indagación sobre su naturaleza adopta a veces ecos kafkianos (“podría haber nacido gusano o ácaro o chinche o simple bacteria, habría sentido la existencia y luego habría desaparecido sin llevarme nada de ella conmigo”) o añora el estadio celular: “Soy tan solo un espermatozoide a punto de brotar hacia el cielo”. Hay batallas de ángeles y demonios. Y por supuesto aparece y reaparece la silueta de la mariposa que es el emblema de Cegador (El abdomen y El ala derecha completarán la trilogía sobre el lepidóptero).
La segunda parte se centra sobre su madre, María, desde sus andanzas en la casa de vecinos comunal a su desdoblamiento en episodios de guerra. Cărtărescu reserva la tercera a recrear más vivencias personales en una geografía donde abundan los monstruos, el lirismo, la belleza, el chakra y la demencia.
El ala izquierda es un descomedido ejercicio de autoexploración que reconstruye minuciosamente, unas veces desde la vigilia, otras desde los sueños entrecruzados y siempre desde la fantasía visionaria o los recuerdos transformados en hipérboles de sí mismo, la relación del autor con una ciudad enorme y gris.