El testamento de Orfeo
El cuarto de las estrellas
José Antonio Garriga Vela
Premio Café Gijón de Novela
Siruela
165 páginas | 15, 95 euros
La Inopia y Jauja fueron territorios míticos para los chavales de la España de posguerra. Versiones laicas del limbo y el paraíso a las que los más fantasiosos huíamos para continua reprobación de nuestros guardianes. Cuenta Garriga Vela que su padre solía decirle que estaba todo el día en esa Inopia donde el futuro escritor crearía pasadizos secretos en ese territorio de duermevela donde, al pasar los años, se ha ido levantando su literatura única.
Durante la escritura de esta novela, Garriga Vela se encontró —una vez más— con que al ir aumentando su actividad de contador de historias, los túneles de acceso entre la Inopia y el ¿mundo real? crecían. Mientras Garriga llevaba a su narrador —un nuevo trasunto de su yo literario, familiar para los lectores de joyas suyas anteriores como Muntaner 38, Los que no están o Pacífico: una suerte de Bartleby, reescrito por Samuel Beckett, Kafka y Edgar Lee Masters— a través de los folios de la trama a visitar a un neurólogo, un desmayo real mientras iba a comprar películas acabó con la cabeza del escritor golpeada y más de un mes de reclusión hospitalaria con la pérdida temporal de la memoria y del olfato. Demasiado botín para un narrador que suele inmortalizar a sus amigos en sus relatos, igual que el emperador Qin Shi Huang construyó a su ejército de terracota para ayudarle en su transición al otro mundo. Así, Garriga Vela acabó incorporando las esencias de lo inefable cotidiano a su incipiente relato: al narrador de su novela, un golpe en la cabeza le deja temporalmente sin memoria. Y se dedica a recuperarla en un territorio real e inquietante como La Araña, la fábrica cementera de la costera pedanía malagueña sobre la que todos los que la conocemos nos preguntábamos cómo nadie había inmortalizado su desasosegante y fantasmal presencia. Ya recuperado de la amnesia, Garriga Vela logró culminar su descenso de Orfeo al inframundo. Su historia, narrada con su habitual habilidad poética para dar saltos en el tiempo, acabó llamándose El Cuarto de las Estrellas, la metió en un sobre con plica y se lanzó a concursar al Premio Café Gijón de Novela, donde —quizás porque la biografía real de Garriga Vela se ha movido entre bares, películas y escritores toda su vida— se alzó con el premio por unanimidad.
En esta historia el narrador regresa a La Araña. El lugar donde transcurrió su infancia de hijo único con hermano mayor muerto y presente como un fantasma, a intentar entender qué extrañas y ocultas relaciones unieron a sus padres con el resto de personajes de un relato que hunde sus raíces en una posguerra española de disidentes y desertores exiliados en sótanos y desvanes. Y es en ese intento de descerrajar la memoria y encontrar las verdaderas razones de los silencios y secretos familiares donde el narrador hereda de su padre ficcional la tendencia a buscar señales en películas llenas de onirismo —el documental The man on Wire de James Marsh es quizás el más destacado de toda una filmoteca oculta entre esta novela llena de pasadizos y secretos en el alambre— que le ayuden a desvelar el misterio más importante de todos. Su padre, el real y el de ficción, como también él ahora, sabía que la Inopia es el lugar donde van los equilibristas antes de perderse para siempre en el horizonte y, como Orfeo, no regresar más al mundo de los vivos, salvo en los sueños y en las Historias que nos contamos cuando, al fin, descubrimos que Jauja nunca estuvo allí.