Frente al espejo
Ceremonias
Ednodio Quintero
Candaya
240 páginas | 16 euros
Cada vez que leo las novelas y los relatos del escritor venezolano Ednodio Quintero abandono mi casa para adentrarme en su territorio. Me ocurrió con Combates, el volumen de sus últimos cuentos publicado también por la editorial Candaya en 2009, y me ha vuelto a suceder con Ceremonias, que reúne los relatos escritos entre 1974 y 1994. Al principio me muevo con pasos cortos e indecisos, pero enseguida avanzo firme y confiado. Sin prisas, página a página, cuento a cuento, voy intimando con los personajes hasta convertirme en uno de ellos. Me identifico con el narrador cuando dice que se sienta para retomar el hilo de un relato. Me identifico tanto con él que copio su conducta y me expreso pronunciando sus mismas palabras. Mientras enciende un cigarrillo y se acomoda frente al escritorio, igual que yo hago ahora, piensa que uno acaba pareciéndose a sí mismo. Se traslada al pasado para recordar cuando de niño jugaba a la gallina ciega y con los ojos vendados avanzaba dando manotazos al aire, torpe al principio y más tarde sin siquiera tropezar. Con ligeras variantes aplica aquellas experiencias a su trabajo de ficción. Ednodio Quintero rescata al niño que fue y yo me veo reflejado en cada uno de sus actos. Ceremonias se convierte en un espejo de gestos y palabras. La figura que tengo enfrente, me dice: “Mis pensamientos e incluso mis actos, como los sueños, no obedecen a ningún plan. Sólo me afinco en impresiones, en ocultas sensaciones, que surgen de improviso, nítidas, reveladoras, como señales fosforescentes en un camino de tinieblas”.
Ceremonias nos introduce en un mundo de hombres solitarios, pensamientos solitarios, venganzas solitarias. Un universo particular. Hay relatos que es preciso volver a leer, no porque no se entiendan sino porque tienen otra lectura. Entonces descubrimos el lado oculto de la realidad. Todos comparten y compartimos la misma vida en los cuentos de Ednodio Quintero. No hay diferencia entre los árboles, los animales y las personas. Todos nos expresamos igual, aunque sea en silencio, y albergamos sentimientos similares. El lector se instala en ese mundo, se integra en su vida cotidiana, se confunde con los personajes e incluso suplanta a alguno de ellos. Da igual que sea un árbol, un perro, un hombre. La metáfora se convierte en realidad constantemente y cada palabra, cada frase, cada párrafo, encierra cualquiera de los mundos de ese universo particular. ¿Quién iba a pensar que todo es una metáfora?: “Las fuerzas ocultas de tu mente, tus celos contenidos o algo así. La realidad no es más que una de las múltiples variantes de la ficción”.
Ednodio Quintero es el confidente que traza con ingenio e ironía la línea de la vida. Una vida plagada de anécdotas trascendentales y relatos sugerentes. Ceremonias se compone de cuatro partes, cuatro breves sinfonías, cuatro periodos de la memoria, cuatro libros cuyos títulos marcan el paso del tiempo: “Primeras historias”, “Volveré con mis perros”, “El agresor cotidiano”, “La línea de la vida”. Mientras leo me desplazo por la intimidad del universo de Ednodio Quintero y no paro de realizar viajes reales e imaginarios. Durante el viaje, el escritor me habla de las deudas pendientes de la infancia; las relaciones amorosas y las relaciones puramente sexuales; la pasión de los sentidos; la edad; el deseo; el miedo y la muerte. El espejo de Ednodio Quintero me devuelve la imagen de la vida desmenuzada en palabras sencillas, punzantes y transparentes como el vidrio. Después de leer Ceremonias me convierto en un ser animista que se reconcilia con el universo, como el hombre que nació en una aldea andina cerca de Trujillo y no conoce fronteras.