Humanidad en ruinas
Cine Aliatar
José María Pérez Zúñiga
Valparaíso
314 páginas | 18 euros
César mira por la ventana indiscreta de su trabajo como operador en una sala de cine. Imagina el vértigo de las pasiones sin fin. Habla encadenado a los recuerdos. Vividos o vistos en la pantalla. Al contrario que en La rosa púrpura de El Cairo, César no sale de la pantalla: vive en ella. Y como si de una película de Hitchcock se tratara, la magia del suspense captura cada una de sus palabras. ¿Es un fugitivo o alguien que persigue? ¿Un culpable falso o verdadero? Quizá lo sepamos viajando con él a través del calendario, cuando su amada Lucía y él eran víctimas del tiempo y la inexperiencia. También verdugos. Como los replicantes de Blade runner: “He visto cosas que vosotros no creeríais”. ¿Cómo creer que con solo 16 años se puede vivir un hecho tan desgarrador como el de Lucía con el sexo? El horror abre grietas en la realidad de una vida apacible. Como en Terciopelo azul. Amor y dolor riman, como bien sabe el poeta José María Pérez Zúñiga.
Tanto cine en las venas: tantas películas que suplantan la realidad, la imaginación, los recuerdos. El Cine Aliatar se convierte en un espejo de aguas turbulentas donde se proyecta una historia con secuelas: se cierra y termina una relación, se reabre y vuelve a empezar, como la película de Garci que tiene un papel destacado en la novela. El Aliatar tiene memoria y sus butacas conservan recuerdos comunes: el hambre, el miedo, las películas patrióticas, el confort en una sociedad de sombras. Pérez Zúñiga escribe su novela con hormas de guion imprevisible sobre crímenes no resueltos en la vida del protagonista y también en la historia de un país entero. A César le domina la fantasía y también los movimientos de cámara que mueve con soltura por sus propios recuerdos: travelín, planos cenitales y genitales, ralentí. Fundidos en negro. Y un zoom a aquella noche que guarda un secreto. De ser un Marlon Brando juvenil a ser un don nadie con 41, César es el hombre intranquilo que se esconde tras la pantalla y detiene la vida de la gente transformándola durante noventa minutos: “Soy quien vive en la sombra mientras los demás sueñan”.
Flashbacks de cañonazos, ametralladoras que rugen en la nieve, bayonetas caladas de sangre. Solo falta Terminator en el hielo ruso. Un país desangrado que va recibiendo transfusiones hasta llegar al televisor, el video VHS, las multisalas. La democracia. “Una fábrica de sueños construida sobre las ruinas de otra de bombas. Ésta es la historia de España”, un país en el que se hizo un pacto de olvido paralelo al pacto de olvido de sus dos protagonistas. Voz en off: “No siempre elegimos nuestros pecados”. Novela de géneros yuxtapuestos, Cine Aliatar es también un repaso a la historia del cine en los ojos de un poeta que no se resiste, tras abrumar al lector con un final amartillado, a incluir títulos de crédito con alma de poema.