La escritora familiar
A propósito de las mujeres
Natalia Ginzburg
Trad. María Pons Irazazábal
Lumen
112 páginas | 19,90 euros
A los relatos de Natalia Ginzburg una siempre llega tarde, como si el meollo de la cuestión que el texto propone ya hubiera existido y el lector únicamente asistiera a sus consecuencias irreparables. Leer los cuentos de Ginzburg es algo similar a observar un plato de comida con restos, ponerse una falda a medio coser, entrar en un edificio incompleto. Eso es lo que propone también la poeta Elena Medel en el prólogo de este compendio de ocho relatos que ahora publica la editorial Lumen.
El título del volumen está tomado del primero de los textos, una aproximación certera de lo que el género femenino suscitaba en Ginzburg. A pesar de ser una escritora escrupulosa con su intimidad, no dudaba en dotar a su escritura de una temperatura considerable. Lo íntimo se revela en sus relatos como un modo político de estar en el mundo; y la política es una manera muy íntima de existir.
Ginzburg practicó en toda su obra la llamada “falsa sencillez”: construcciones semánticas limpias, escuetas, directas, que envolvían los mensajes más complejos. Es este un libro sobre mujeres, escrito por una mujer y, sin embargo, con una vocación universal, pues su valor radica no tanto en magnificar a un género, sino en expresar la multitud de mujeres que existen. También es una obra que detecta los errores más comunes y los retos por los cuales la lucha todavía es inevitable: “Las mujeres son una estirpe desgraciada e infeliz con muchos siglos de esclavitud a sus espaldas y lo que tienen que hacer es defenderse con uñas y dientes de su malsana costumbre de caer”. La libertad, la igualdad o la conquista de un espacio propio siguen siendo los objetivos que, según Ginzburg, debe perseguir la mujer. Una lección que, además, no duda en autoimponerse: “La primera que debe aprender a actuar así soy yo”.