La fusión del doble
Wolframio
Juan Gaitán
El Toro Celeste
136 páginas | 12 euros
El juego pirandelliano de la relación entre un autor y su personaje es el eje de esta novela a dos voces que indaga en las sombras de la biografía y de la actitud existencial que los escritores proyectan en sus criaturas de ficción. Moe decide inventar a E.E. a modo de coartada para escapar de la culpa y experimentar el sufrimiento a través de la piel de su personaje. No advierte el autor que ambos son la voz de una misma conciencia, y que se irán convirtiendo en el espejismo el uno del otro. Ambos, igual que púgiles, serán adversarios de amores imposibles con sus exigencias y vacíos, sujetos sus ánimos a diferentes mujeres que los van definiendo y representan la sombra de un enigma, un acto de locura, el mapa de un crimen y la única vía de liberación.
E.E. y Moe se narran entre sí a lo largo de una historia con ecos kafkianos y de aquella extraña novela de Gonzalo Suárez, Rocabruno bate a Ditirambo, y ambos dejan en medio de su pugna al lector, como si este fuese un árbitro en ese cuadrilátero en el que se desarrollan conflictos como la enfermedad, el sometimiento, el porvenir, el escepticismo, el futuro sin pasión, la venganza, la soledad del héroe, el extravío, la preparación de un crimen y la celebración de la libertad. Y sobre todo el ditirambo de quién imagina al otro, de quién crea a quién.
Con una solvente estructura narrativa y el equilibrio entre la prosa contundente de Onetti y la plástica poética de Boris Vian, Juan Gaitán indaga en la imposibilidad de la felicidad, en la relación ser/parecer —que recuerda al argentino Juan José Saer—, en los personajes como texto y versión de una misma historia en la que el lector es el que finalmente tendrá que descubrir la distancia y la posición del narrador respecto de lo que narra.