La realidad en duda
Los bosques tienen sus propias puertas
Carlos Yushimito
Demipage
272 páginas | 18 euros
Hay ciertas cosas que debían permanecer ocultas y, sin embargo, han visto la luz. Su densidad siniestra, abordada primero por Schelling y después por Freud, es el aire que respira la prosa de Carlos Yushimito. Nacido en Lima en 1977, Yushimito ha publicado los volúmenes de cuentos El mago, Las islas, Equis y Lecciones para un niño que llega tarde. Su última incursión en la narrativa breve, Los bosques tienen sus propias puertas, funciona como una bisagra que conecta el universo personalísimo de títulos anteriores con un nuevo desarrollo que ronda con éxito la nouvelle. Junto con Mariana Graciano, Richard Parra y Fernanda Trías, este último libro viene a sumarse a la prometedora colección de narrativa latinoamericana abierta por la exquisita Demipage en 2013.
Los seis cuentos de Yushimito que integran el volumen divergen en lo anecdótico para compartir la que quizás sea su mayor virtud: la capacidad para fraguar atmósferas. Atmósferas que perturban la cotidianeidad con una sombra anómala, perceptible pero difícil de apresar. Ya desde el primer cuento, “Flechado por Tocantins”, los personajes tienen algo de gesto, máscara a su pesar, interpretación de sí mismos. En este punto (y no solo en la naturaleza fantástica de algunos argumentos) es donde Yushimito revela su particular onirismo. Como si en realidad se vigilara en el espejo, de forma insoportable y paranoica, el protagonista de “75, Calle Prince Edward”, piensa “que siempre había estado observándolo ahí, ese hijo de puta, esperándolo y demostrándole que, como siempre, desde el principio, había sabido lo que hacía con él, riéndose de la cita que le había preparado, y de lo extrañamente perverso y eficaz, y de lo lejos que había llegado esta vez, con sus pruebas”.
Hay en Los bosques tienen sus propias puertas un asedio a lo banal. Materializado en sátira, dicho asedio atraviesa el melodrama folletinesco del primer cuento, la fantasía zombi-culinaria de “Rizoma” o la trama libresca de “En que da cuenta Lázaro…”. A veces, sin embargo, la banalidad se resuelve a través de un lirismo sublimador muy característico de Yushimito. Las imágenes funcionan en su prosa como una válvula.
Miedo y fantasía, experiencia cotidiana y sueño son en estos cuentos dimensiones solapadas que forman parte indistinguible de su realidad: “Ese es el tipo de sueño que no ha venido aún −pensó−. La clase de sueño que podría remover la tierra, si quisiera, y destruirla. El tipo de sueño que confundiría a la realidad y la haría dudar”. Estados Unidos o Inglaterra se convierten en escenarios de lo posible; Brasil, en un lugar fetiche que combina la libertad de lo ajeno y cierta resonancia limeña. Espacio donde conviven lo seductor y lo violento, lo familiar y lo extraño, cada cuento de este libro es un mundo autónomo que tiene (igual que el bosque) sus propias leyes y su propia puerta.