La suerte más oscura
La mala suerte
Marta Robles
Espasa
424 páginas | 19,90 euros
Creo que podría seducir a una duquesa, pero estoy bastante seguro de que no mancharía a una virgen”. Ustedes podrán recordar cómo describía Raymond Chandler a su detective Philip Marlowe, observador descreído de una sociedad corrupta que nos ha legado algunas de las más célebres novelas de género policiaco del siglo XX. Siguiendo este esquema del antihéroe en permanente conflicto interior, que nunca acaba de ajustar cuentas con su pasado, Marta Robles consagra a su detective Tony Roures como un personaje que ha llegado para quedarse en el noir español gracias a La mala suerte, su segunda incursión en el género tras A menos de cinco centímetros, carta de presentación de este investigador descreído y cínico resignado a esclarecer “casos de bragueta” tras un pasado como reportero de guerra. Tanto de Chandler como de Alan Poe y otros exponentes clásicos de la novela policiaca bebe este libro con el que nuestra autora traza un fresco de la sociedad actual sin que se escape ninguna pieza fundamental con la que ha de construirse un relato policiaco con ambición literaria.
Gracias a La mala suerte descubrimos a una autora que conoce perfectamente los engranajes de la novela negra: una sólida arquitectura narrativa, unos personajes complejos, en un intento por comprender los conflictos del alma humana, y una trama bien diseñada que se abrocha al final y nos acerca a una sociedad perfectamente reconocible por el lector, donde todos somos víctimas y verdugos, juez y parte.
Autora con una voz propia dentro del género periodístico —tono que planea a lo largo de toda la narración—, Marta Robles arranca La mala suerte con la desaparición de una chiquilla de apenas 18 años que, sin embargo, carga ya a su edad con un pasado turbulento. Tras dos años sin noticias de su paradero, la madre contrata los servicios del detective Roures en un intento desesperado por no dar por muerta a la joven, una niña de magnética belleza y personalidad vulnerable escondida tras la coraza de la insolente adolescencia.
Roures, que ha sido testigo del dolor y el horror de las guerras europeas más recientes, se adentra en un entramado familiar y social de aparente placidez al que debe ir descubriéndole, capa a capa, toda la mugre que guarda en el interior. La mala suerte es una novela de ficción pero tan apegada a la realidad que nos recuerda que una historia no tiene por qué ser real, pero sí ha de ser creíble. Y este libro lo es en cada una de las situaciones que plantea: la crítica sobre cómo ha manejado la prensa los casos mediáticos más recientes de chicas jóvenes desaparecidas, el abuso de menores, los malos tratos en el ámbito doméstico, la maternidad y paternidad en el siglo XXI, la gestación subrogada, todo se encierra dentro de las páginas de esta novela sin un atisbo de maniqueísmo, morbo o lugares comunes.
Gracias a los personajes principales —Amanda, la madre de la chica, y la propia sombra de Lucía, la joven desaparecida—, La mala suerte es también una novela de fuerte reivindicación femenina, que pone el foco en la vulnerabilidad de las mujeres, que han venido sufriendo y aceptando vidas que para nada les hacían felices como parte inherente a su condición femenina. Y todo ello sin edulcorar un ápice sus complejas personalidades ni iluminar sus oscuras zonas de sombra. En definitiva, una novela que se intuye será una más en la larga vida que le espera al detective Roures. Como diría Holmes: “the game is afoot” (el juego ya está en marcha).