Las claves del enigma
Septiembre puede esperar
Susana Fortes
Planeta
272 páginas | 19,90 euros
Sabe usted cuál es la diferencia entre las matemáticas y la poesía?” Buena pregunta. Respuesta: “Que las matemáticas funcionan”. Las matemáticas dan soluciones, la poesía no las necesita. Septiembre puede esperar le roba a las primeras la necesidad de indagar: una mujer ha desaparecido en el Londres de 1955 y nadie volvió a saber nada de ella. Y recurre a la segunda para implantar el estado de sitio literario: el valor de la incertidumbre, el riesgo del conocimiento, el temblor de los sentimientos sin falsificar. A la desaparecida Emily J. Parker, una escritora poco conocida pero con mucho reconocimiento crítico, le sigue la pista Rebeca, una estudiante de filología convencida de que “nada sucede así porque sí” y que atiende a los mensajes de los pájaros cuando necesita señales del destino. “Cada cual tiene sus tratos con la suerte”. ¿Qué clase de trato hizo (o deshizo) Emily con su propia vida para desvanecerse a sus 32 años mientras la ciudad celebraba el décimo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial? Mujer en fuga que un día escribió “he visto mi cabeza servida en bandeja a la hora de té”, parece razonable pensar que la propia Rebeca ve en ella una excusa para planear su propia huida. A Londres. “El hogar de la literatura”.
La detective Rebeca, pues estamos ante una novela de intriga de claves matemáticas y entrañas poéticas con sorpresa final, se prepara para encontrar los restos de un naufragio en busca de pistas sobre una mujer de prosa truculenta. Hay varias preguntas en el aire: ¿por qué abandonó la escritura? ¿era ficción exclusivamente lo que desgarraba en su obra? ¿por qué decidió ser invisible? Golosinas para alguien que ya de niña quería ser, también escritora. “Como Tarzán”. Pero esa investigación se engarza con las pesquisas que la propia Rebeca hace respecto a su vida. Emily era un modelo a seguir: no un ave de paso que se escaquea a las primeras de cambio sino un ejemplo de mujer comprometida con su tiempo y capaz de sacrificarse por los demás. En cierto modo, Rebeca busca a la desaparecida Emily porque en ese camino puede encontrar su propia razón de ser, su manera de estar en el mundo. Te busco, me encuentro. Hija del noroeste, Rebeca siempre sintió una profunda melancolía por las cosas que desaparecen sin más, de buenas a primeras: las ausencias inexplicables, tan alimenticias cuando se trata de ensamblar vida y literatura. Y así vamos sabiendo más cosas de Emily: escritora por necesidad, silenciosa, superviviente.
Pronto, las vidas de ambas mujeres correrán en paralelo: “Entrar en el mundo de Emily J. Parker era para mí como llamar a la puerta de la casa donde nací”. ¿Y si, además de promesa frustrada de la literatura, había sido un agente secreta? No es una propuesta insensata pues había trabajado en la base de comunicaciones de Bletchley Park en plena guerra. Para Emily, que soñaba de adolescente con ser Mata Hari, la idea es adictiva. Enigma, la máquina alemana de encriptar mensajes, era pura matemática. Los enigmas de Emily, impura poesía. Si “lo pequeño gana la batalla a lo grande en cualquier biografía”, es normal que Susana Fortes siembre de detalles sin aparente importancia su narración, como migas de pan que indican el camino al corazón del bosque. “¿Quién puede conocer a fondo el corazón de nadie?” El bosque aguarda. Si aceptamos, como Virginia Woolf, que “pocas cosas puede haber en el mundo más peligrosas que tu propia casa”, entrar en el hogar de Emily (su pasado indescifrable, sus códigos enigmáticos) se convierte en una actividad de alto riesgo para Rebeca, una “adolestreinta” pariente de lunas lejanas y cuerpo imperfecto (ay, ese hueso saliente de su clavícula) que se asusta ante la velocidad del mundo. Abre un libro y serás un peregrino a las puertas de una ciudad desconocida, dice un refrán oriental rescatado por Fortes en esta hermosa, emocionante y cautivadora novela por la que merece mucho la pena peregrinar en busca de misterios, secretos, enigmas y sorpresas en lápidas reveladoras que desentierran una verdad que rompe el hechizo. O que lo reconstruye. Quién sabe.