Las placas de la conciencia
Fractura
Andrés Neuman
Alfaguara
496 páginas | 21,90 euros
Fractura cuenta la peripecia vital completa del japonés Yoshie Watanabe. Se remonta a su infancia, cuando un cobijo providencial le libró de la muerte y de las horribles desgracias producidas por la bomba atómica lanzada sobre Nagasaki. Culmina con la inspección del escenario fantasmal que dejó la catástrofe nuclear de Fukushima causada por un tsunami. En el medio, Watanabe desarrolla su trabajo como ejecutivo de una multinacional tecnológica en París, Nueva York, Buenos Aires y Madrid, antes de reinsertarse en Tokio. En esas estancias puede decir lo de la canción popular infantil, que “en cada puerto tengo una mujer”. Pero no deben trivializarse los idilios porque dan lugar a una compleja historia de amor. Y, por otra parte, la variada itinerancia sentimental y geográfica encuadra un repaso global de los últimos decenios de la historia del mundo, desde 1945 hasta algo más acá de 2011.
La crónica a veces minutísima de este lapso histórico se sostiene sobre una materia humana rica y atractiva. Neuman pone en juego varios alicientes. Gran importancia alcanza el contraste de mentalidades entre oriente y occidente. El autor evita con cuidado los tópicos y aporta pequeños datos significativos que sirven para establecer una idiosincrasia que apela a una moral y a una filosofía. Para ello, Fractura está ideada como novela de personaje, con un magnífico tipo heredero de aquellos señeros de la novela decimonónica que muestran perfil firme y profundidad psicológica; tenemos un retrato completo, detallista y excelente con voluntad de quedar impreso en la memoria del lector. Los romances del hombre con las sucesivas Violet, Lorri, Mariela y Carmen están concebidos con el ánimo de reconstruir psicologías diferenciadas y de tratar —pasajes de calmoso erotismo mediantes— el misterio de las relaciones humanas en el terreno de los afectos.
La jugosa urdimbre de vínculos privados, tejida con el leve hilván del reportaje que realiza un periodista argentino, sirve a un objetivo de mayor ambición. El terremoto de Fukushima “fractura” (de ahí el título de la novela) el presente de Watanabe y al remover “las placas de la conciencia” se despliega el mapa de los últimos tres cuartos de siglo, de algunos grandes asuntos (la opacidad en la energía nuclear, los totalitarismos, el terrorismo, las guerras, las estrategias del capitalismo, la crisis financiera) y de todo tipo de cambios (relaciones de pareja, trabajo de la mujer, musicales, en el periodismo).
Neuman invita a ordenar las piezas de un puzle para reconstruir la potente imagen geográfica y temporal de una época enmarcada por las fatídicas fechas de Nagasaki y Fukushima. Watanabe, su protagonista, deambula a lo largo de este tiempo por el planeta con la vivencia a cuestas del exilio, el desarraigo y el choque cultural en busca de una ubicación en el mundo. La encuentra, a la postre, en el apego a una vida esencial y en la comunión con sus raíces. Una significativa elección en los días agitados que vivimos.