Matar a un furtivo
Goat Mountain
David Vann
Trad. Luis Murillo Fort Mondadori
224 páginas | 21,90 euros
David Vann todavía tiene ese aire de autor revelación que tanto gusta a los lectores. Su primera novela llegó a España en 2010 y, desde entonces, nos ha entregado prácticamente un libro al año. Goat Mountain es su cuarto título y presenta las mismas características que los anteriores: abundantes descripciones de paisajes agrestes, paralelismos entre los escenarios y el estado de ánimo de los protagonistas (placas de hielo y hombres agresivos, bosques frondosos y personajes complejos, ríos tranquilos y narradores silenciosos), descomposición de la estructura familiar (Sukkwan Island hablaba de la paternidad, Caribou Island del matrimonio; Tierra de la maternidad), comprensión del ser humano como entidad abocada al fracaso y a la violencia, utilización de elementos autobiográficos y, sobre todo, actualización de la tragedia griega ambientándola en el seno familiar.
Goat Mountain contiene, desde el primero al último, todos los elementos citados. El autor ha echado mano a los recuerdos de las batidas de caza que realizó durante su infancia con su padre para construir una ‘novela de hombres’ protagonizada por tres miembros de una misma familia −abuelo, padre y nieto− que salen de cacería junto a un amigo del padre. Será el bautismo cinegético del más pequeño, quien tan sólo tiene once años, y todo indica que reinará la alegría. Pero la felicidad deviene en tragedia cuando, apenas iniciada la aventura, detectan a un cazador furtivo en su propiedad y el niño, mientras lo observa a través de la mira telescópica, aprieta el gatillo. A partir de este momento, Goat Mountain se convierte en una reflexión sobre la maldad y la violencia, sobre la moral y la desconfianza, sobre la inocencia y su pérdida. David Vann quiere hacernos entender que el deseo de matar es consustancial al hombre y lo demuestra con una acción criminal perpetrada por un chaval cuya juventud nos hace dudar sobre los motivos del asesinato: ¿acaso su padre no le había llevado al bosque para matar?, ¿acaso no le habían enseñado que un cazador furtivo era un hombre indeseable?, ¿acaso la Historia no nos demuestra que el mundo pertenece a quienes destruyen?, etc.
El empeño de David Vann por mostrarnos el lado más oscuro del ser humano, y sobre todo de sacarlo a relucir en escenarios salvajes, nos empuja a compararlo con autores clásicos como Joseph Conrad o Ernest Hemingway, o con modernos como Cormac McCarthy o Per Petterson, pero en Goat Mountain también nos obliga a reflexionar sobre el peligro en el que puede caer un autor cuando se repite demasiado. David Vann quiere superarse a sí mismo y quiere hacerlo emulando a su admirado McCarthy, para lo cual adopta algunas características más propias de este escritor que de él mismo: supresión de verbos en las frases, inclusión de pasajes bíblicos, estilo frío y distante, ausencia de nombres propios, etc. Vann es lo suficientemente grande como para no necesitar emular a nadie. Quienes nunca se hayan acercado al autor, quedarán encantados con la fuerza narrativa de un autor que ya puede considerarse un clásico contemporáneo.