Max Aub: campos de juego
Campo cerrado
Max Aub
Cuadernos del Vigía
272 páginas | 22 euros
Max Aub llevaba apenas unos meses recluido en la lóbrega ratonera de París adonde fue a parar en mayo de 1939 tras la huida al final de la Guerra Civil cuando empezó a componer Campo cerrado, el primero de los seis tomos de El laberinto mágico, quizá el mayor (en todos los sentidos) fresco literario dedicado a relatar los pormenores de la contienda bélica junto con La forja de un rebelde de Arturo Barea.
Aunque en sus oídos aún resonaban confundidos el fragor de las bombas cayendo sobre Madrid junto con los cánticos de los vencedores, y el ruido de los ejércitos en marcha por Europa contra Hitler, el lector de Campo cerrado no encuentra en la escritura redonda de Aub indicios del cataclismo que rodeó aquella incursión literaria. Su característico estilo barroco, lleno de aciertos y excesos, el dibujo de los numerosos personajes que desfilan por las novelas, las descripciones certeras y la composición de los relatos no dejan vislumbrar la extrema angustia en que el autor compuso los cuatro primeros tomos.
En la primera entrega Aub cuenta la vida de Rafael López Serrador, un joven originario de Castellón que arriba a Barcelona en los años procelosos que antecedieron a la guerra y trata de madurar en un clima ofuscado y violento que predice lo que vendrá a continuación. El primer tomo acaba, en la ficción, el 19 de julio de 1936, el día después del levantamiento contra la República, y en el calendario de Aub en el mes de agosto de 1939. Por entonces ya había empezado la redacción de la segunda novela, Campo abierto, ambientada en pleno acoso del bando franquista contra Madrid. Es como si el escritor, de indudable aliento periodístico, tratara de ganar con su escritura la carrera al presente.
Aub no interrumpiría la febril composición de El laberinto mágico hasta 1943, cuando concluyó Campo francés, el cuarto volumen de la serie. A partir de ahí se abrió un paréntesis que no cerró hasta 1962, cuando retomó la escritura de los dos últimos volúmenes, Campos del moro, con el trasfondo de Madrid a punto de caer, y Campo de almendros, publicado en México en 1967.
La suerte editorial de El laberinto…, como la de la obra de Aub en general, ha sido incierta y desde luego injusta. Además de las ediciones originales mexicanas, en España Alfaguara inició la publicación de los seis tomos en 1978 (1997 en bolsillo); una vez descatalogados, le tomó el turno en 2001 la Biblioteca Valenciana, que agregó un importante aparato crítico, y ya en 2010 apareció la edición de Capitán Swing.
A esta constante vacilación editorial se ha propuesto ponerle fin la editorial granadina Cuadernos del Vigía, que ha dado cumplida muestra de su fervor por Aub (en su catálogo figuran ya, entre otros textos, Juego de cartas o la extraordinaria Luis Buñuel, la novela).
Para la reedición completa del ciclo, el editor ha revisado el texto y lo ha librado de numerosos descuidos y erratas producto de su azarosa vida. Para el tomo inaugural ha rescatado el prólogo que Aub escribió para la edición mexicana de 1943, que permanecía inédito en España, y la ha antecedido de una introducción escrita en 2001 por unos de sus grandes valedores, Antonio Muñoz Molina.
Ojalá que este reencuentro con la gran novela sobre la guerra española suponga un acicate para que los nuevos lectores se acerquen a un autor extraordinario y los veteranos reincidan porque, con el transcurso de los años, la epopeya de Aub ha ganado en muchas facetas, entre ellas la equidistancia política: “Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo”.