Morder la gran manzana
Las hijas del Capitán
María Dueñas
Planeta
624 páginas | 22,50 euros
M]/dropcap]ás de 30.000 españoles vivían en Nueva York en los años 30 del siglo XX. Una ciudad que ya sumaba siete millones de habitantes y donde aún atracaban, a cada poco, barcos repletos de inmigrantes sin documentos a los que, convendría recordarle hoy día al presidente de Estados Unidos, no se les pedía un solo papel para entrar en el país. De este enjambre humano, babilónico, y de libre tránsito internacional, ha sacado María Dueñas a las abejas reinas de su nueva apuesta literaria: Las hijas del Capitán una obra heredera de la mejor novela costumbrista del XIX —de Balzac a Jane Austen— que hace el retrato de un tiempo —el periodo de Entreguerras—, de un espacio —la ciudad de Nueva York en plena expansión— y de unos personajes: la comunidad española que se instaló en la zona baja de la isla, trabajadores en la estiba, la construcción y el servicio doméstico, y férreos defensores de la causa republicana durante la Guerra Civil.
Las hijas del Capitán, no obstante, cierra el foco de atención en tres hermanas que desembarcan en Manhattan procedentes de su Málaga natal y que se ven obligadas a tomar las riendas de una modesta casa de comidas de nombre ‘El Capitán’ tras la muerte accidental de su padre. A partir de aquí se suceden aventuras y desventuras, amores y desamores, intrigas y enredos de todo tipo, en una red perfectamente tejida por personajes de toda condición e incluso cameos de protagonistas históricos, como es el caso del empresario de espectáculo Xavier Cugat o el primogénito del rey Alfonso XIII, Alfonso de Battenberg, el Borbón hemofílico que no quiso reinar y al que la autora le concede una relevancia notable en la novela.
A lo largo de las más de 600 páginas de este libro, María Dueñas vuelve a recurrir al estilo que le ha brindado el favor incondicional de unos lectores que se cuentan por cientos de miles: el equilibrio entre los ritmos de las diferentes acciones, la sencillez en el lenguaje sin caer, jamás, en la simpleza, la profusa documentación y la solidez en la construcción de sus personajes. A este respecto, sobresalen actores secundarios de esta historia con interesantísimos perfiles, como el caso de Sor Lito, la monja nacida de la relación entre una prostituta y el cliente de un lupanar; o Fabrizzio, brillante compendio de lo que fue la emigración italiana de principios del siglo XX. Y es que, de nuevo acude la escritora manchega a la épica de nuestra historia más reciente, donde los lectores aún podrán reconocer algunas epopeyas y narraciones familiares transmitidas de forma oral, historias propias y ajenas de vidas duras y azares pesarosos suavizadas por el romanticismo de un tiempo pasado.
Por lo demás, es la mujer de nuevo la gran protagonista de la obra literaria de María Dueñas, la que rema en favor de una acción marcada por las relaciones humanas. “Son ustedes inmigrantes, iletradas y pobres. Son mujeres (…), tienen todas las papeletas para ganar la lotería de los más propensos a los abusos y las canalladas”, le espetan en un momento de la novela a las tres hermanas. Toda una declaración del perfil humano sobre el que le interesa a nuestra autora construir ficciones: seres en el escalón más ínfimo de la escala social que hacen de la necesidad virtud hasta desempeñar un papel social activo muy por encima del que les tenía asignado el destino. Mujeres, en definitiva, que sí mordieron la (gran) manzana, en una novela cien por cien Dueñas que promete seguir la exitosa senda de sus anteriores apuestas.