Pepe Carvalho ha vuelto a las calles
Carvalho. Problemas de identidad
Carlos Zanón
Planeta
352 páginas | 20 euros
Pepe Carvalho arranca el libro con la cabeza metida en una taza de váter por culpa de un par de matones que le mandan un mensaje nada sutil: que se aleje de la esposa de su jefe o la próxima vez la cabeza seguirá su curso, desagüe abajo. Y, cuando logra recomponerse, sin que en realidad hayan logrado descomponerlo porque es duro de pelar, se pregunta si vale la pena jugarse el pescuezo por esa “novia zombi” una de esas personas que tienen tatuada en la frente la palabra “problemas”. Pero precisamente uno de los leitmotivs de este Carvalho crepuscular y desencantado, pero aferrado férreamente a sus códigos, es esta pregunta que él mismo se hace:“¿por qué buscamos lo que nos destruye?”
Cuando regresa a su oficina, le espera un caso extraño en el que una mujer fantasiosa, actriz sin papeles, está traumatizada (pero no tanto) por el asesinato de su tía y su hermana en su propio domicilio con un móvil del robo poco consistente, con el aliento en la nuca de un novio maltratador del que no es capaz de despegarse y la mano tendida de un enamorado al que ella no es capaz de apegarse. También le caerá, a regañadientes, un caso que da por perdido: una prostituta que ejercía en la falda de la montaña de Montjuic que probablemente esté muerta pero que su madre insiste en que está viva. Y Carvalho que camina por la ciudad, una Barcelona donde ensordece el ruido del turismo y bajo el aparente brillo de la modernidad sigue escondiendo bajo las alfombras de diseño la misma mugre moral de siempre.
El detective es un icono de la novela negra en España y Vázquez Montalbán demostró que en este país se podía hacer género negro popular y de calidad con ingredientes autóctonos de lo más sabrosos: investigación criminal mezclada con crítica política del momento, ironía, retrato social y un original toque de cultura gastronómica en una época en que la cocina no ocupaba el papel estelar de hoy día. Reflotar años después de la muerte de su creador la serie parecía un intento condenado al fracaso. Reconozco que me acerqué a la novela con muchas dudas. Pero en las primeras tres páginas se me esfumaron. Porque Zanón acierta desde el principio en el enfoque: esta no es una novela de Pepe Carvalho sino una novela de Carlos Zanón. Y a partir de ahí, todo fluye. Porque no se ha embarullado tratando de imitar el estilo único de Vázquez Montalbán, sino que lo que hace es tomar al personaje y mostrarlo en la orfandad de su creador, desorientado, porque ese detective que trabaja en Las Ramblas que sirvió de inspiración a El escritor (con ese apelativo flota Vázquez Montalbán de manera muy viva en el aire de la novela) ya no está y no sabe qué haría el Carvalho de las novelas para resolver los marrones que se le acumulan en la mesa. Y las pistolas que utiliza Zanón no son prestadas, son las suyas. Ha tenido la valentía (y el acierto) de no conformarse con ser a veces novelista y a veces poeta, sino serlo todo de golpe, de manera torrencial, intensa, desbordada. Esta es una novela de género negro que no tiene el aire de una novela de aeropuerto sino el toque de poesía y desgarro de una novela de un Raymond Chandler del siglo XXI.
Zanón hilvana un Carvalho resabiado por los años, más áspero, más duro por fuera pero más profundo por dentro, consciente del paso del tiempo y la enfermedad que llama a la puerta de sus intestinos, pero sin perder esa irrenunciable mirada con conciencia de clase. Esta es una novela para leer a sorbos y saborearla, como un whisky de mucha barrica. Excelente.