Realidad y lo otro
La uruguaya
Pedro Mairal
Libros del Asteroide
144 páginas | 15,95 euros
Una vez aparcada la idea —algo obsesiva, algo boba también— de la gran novela latinoamericana, tal vez haya llegado la hora de atender a la pequeña novela del Cono Sur. Pequeña en extensión, quiero decir, pero grande en exigencia y también en tradición, especialmente en Argentina: esa línea de narrativa de media distancia y alta concentración, que va de El túnel de Sabato o Luna caliente de Mempo Giardinelli a Bariloche de Andrés Neuman y El viento que arrasa, de Selva Almada, y en la que Pedro Mairal ha conquistado un lugar muy meritorio con su última novela, La uruguaya.
Los mimbres de la historia son de una economía pasmosa: hay una relación que naufraga, una infidelidad, y una frontera entre una y otra. El protagonista, Lucas Pereyra, modesto escritor porteño, casado y padre de un niño pequeño, planea un viaje a Uruguay para lograr un cambio ventajoso de unos adelantos de sus editores europeos. Sin embargo, tiene otro buen motivo para cruzar el río de la Plata hasta Montevideo: Guerra, una suerte de amante más joven que él, que le despierta encendidas expectativas. Lo que cuenta la nouvelle es precisamente lo que sucede desde que Pereyra sale de casa hasta el día siguiente. Veinticuatro horas en las que la realidad y el deseo del personaje van a entrar en colisión múltiple para regocijo del lector.
Porque, entre otras cosas, La uruguaya es una confrontación de los sueños rotos con los que todavía no han acabado de cobrar forma. La felicidad conyugal, el éxito profesional, la prosperidad económica, la fantasía del ciudadano medio contemporáneo, queda cuestionada en una arquitectura narrativa brillante en lo formal, muy inteligente, llena de aciertos. La tensión, por ejemplo, inducida por el hecho de que, según se nos informa nada más empezar, la mujer de Pereyra ha descubierto que hay “otra”. La fortaleza y agilidad de la voz en primera persona, que no desfallece casi en ningún momento, con el apoyo de buenos diálogos y atmósferas muy bien logradas. El contraste entre la enfática actualidad del relato, pródigo en referencias propias de la última crisis de la Argentina, y las abundantes alusiones a ídolos literarios como Onetti o Borges. El evidente realismo de la historia, pero salpicado de elementos oníricos y hasta fantásticos, tan bien imbricados que a menudo invitan a la sospecha sin ser del todo extraños, como ese Montevideo donde las cosas resultan “parecidas pero diferentes”.
Con todos estos materiales, espléndidamente orquestados por un autor maduro y en estado de gracia, se logra que el público no parpadee a lo largo de 140 páginas, que participe de los temores, de los instintos y de las esperanzas de Pereyra, que le aliente o disfrute viéndolo caer, que se identifique con él o lo someta al juicio moral. En cada uno de estos casos, lo que se pone ante el lector es un espejo, un caleidoscópico espejo de nuestro tiempo, no solo válido para el país del Plata; y también una reflexión acerca del modo en que las carencias nos completan a la vez que pueden condenarnos, como una carretera —o un río— unen y separan a la vez.
Mairal (Buenos Aires, 1970) era conocido en España sobre todo gracias a una obra anterior, Una noche con Sabrina Love, que fue llevada al cine por Alejandro Agresti. La uruguaya, también la historia de un viaje transformador, también condenada a acabar en las pantallas por su fuerza visual, lo consagra como uno de los nombres imprescindibles de la pequeña gran novela latinoamericana actual.