Stranger things
Solenoide
Mircea Cărtărescu
Trad. Marian Ochoa de Eribe
Impedimenta
800 páginas | 28 euros
Del poderío como prosista del rumano Mircea Cărtărescu llevamos algún tiempo teniendo noticias en España. No obstante, en el mercado actual parece que no hay consagración completa de un autor si no publica algo monumental, no solo en calidad, sino también en cantidad. Cărtărescu ha oído la advertencia y ha puesto sobre la mesa de su editor 800 páginas de su mejor literatura con un título sonoro y enigmático: Solenoide.
La obra está protagonizada por un profesor de primaria sin apenas vocación de Bucarest, “la ciudad más triste sobre la faz de la tierra”, que vive en una casa en forma de barco bajo la cual hay enterrado un solenoide, una gigantesca bobina de hilo conductor cuya electricidad produce un intenso campo magnético. El personaje, que describe su condición de escritor más bien malogrado nada más empezar su carrera, es paradójicamente un grafómano tan exquisito como incontinente que registra en sus diarios cuanto ve y sucede a su alrededor.
Y lo que sucede, dejando aparte el registro de las grises rutinas de sus grises alumnos y de sus compañeros del claustro, es una sucesión de hechos extraordinarios, a cual más escabroso. Un cordón que sale de su ombligo, la patológica y esporádica autonomía de sus manos, la historia de un hermano gemelo muerto al nacer, que era una suerte de réplica especular de él mismo, misteriosos visitantes de medianoche… Eso solo en un primer centenar de páginas, donde la distinción entre realidad y fantasía, vida y sueño, va a hacerse cada vez más difícil, y tampoco importa demasiado. Porque lo que se trata es de sumergir literalmente al lector en el inagotable torrente del relato, invitarlo a dejarse llevar por su corriente, a ratos poética, a ratos grotesca, o a bucear en los abismos de la conciencia del narrador.
Como sucede en una popular serie televisiva trufada de referencias generacionales, y que también parece un compendio de asombros y terrores contemporáneos, parte del disfrute de Solenoide pasa por reconocer los innumerables guiños literarios que contiene. Kafka y Borges son los más evidentes, pero lo cierto es que Cărtărescu recorre con serena familiaridad el espectro de la literatura fantástica más inquietante, desde Lautréamont y Aloysius Bertrand a Cortázar y Sabato, pasando por Lovecraft, Swift, Lewis Carroll, Pynchon…
El campo socialista decretó la imposición del realismo como forma de subordinación de las artes a la suprema tarea de reflejar la vida del proletariado y la lucha de clases. Cărtărescu —cuya magna obra no sería tan fascinante para nosotros sin el titánico esfuerzo de su traductora española, Marian Ochoa de Eribe—, ha querido responder a esa tradición con un elogio del fracaso y un prodigio de imaginación desaforada, demostrando que los sueños de la utopía producen monstruos.