Ulises con pasaporte
Los turistas
Jorge Carrión
Galaxia Gutenberg
220 páginas | 19,50 euros
Un rico empresario de apellido holandés sin problemas económicos, viudo y encallado en esa tierra de nadie emocional donde uno parece haber perdido cualquier atisbo de explorador, agota la molicie de sus días acudiendo cada mañana en un jaguar con chófer a la terminal del aeropuerto de Heathrow, ahuyentando sus fantasmas con un peculiar pasatiempo: adivinar qué se esconde tras los rostros de cada viajero, jugando a blade runner transeúnte sin la célebre máquina Voight-Kampff como aliado, sólo valiéndose de su intuición holmesiana y capacidad fisiognómica. Estamos en un mundo de hace 15 años, esperando el nuevo siglo. Hay móviles e internet, pero aún no andamos ultraconectados como ahora. Van der Roy llega temprano, compra un billete, se sienta allá donde pueda mirar sin ser visto, saluda a todo el personal del aeropuerto y de los restaurantes donde lo conocen como el mejor cliente posible, despliega sus diarios como disfraz y se marcha cuando su curiosidad ha sido saciada: quién es y para qué viaja cada pasajero. Celebra para sí su pericia como adivino y compara mentalmente su ranking de casos resueltos cuando la aparición de una anciana trastoca su rutina. No puede escanearla, está más allá de sus habilidades deductivas. Preso de un arrebato incontrolable, Vincent cogerá su vuelo y la seguirá por varios países donde tendrá lugar su peripecia, la historia que cuenta Los turistas.
En su viaje de persecución, un repaso personal y cultural a decenas de iconos y memes culturales de hace dos décadas, Vincent se encontrará con personajes célebres —Harrison Ford y Ridley Scott compartirán asiento y confidencias con él en un vuelo—, con compañeros temporales que le ayudarán a ir abandonando poco a poco la piel del escrutador inmóvil. Transitará continentes, volverá a ver atisbos de emoción y deseo, será un turista ejemplar que en cada conversación nos ayudará a hacer un flashback que explique nuestro presente, en una época donde aún celebrábamos la globalización. Discusiones sobre cine, política, ciencia, historia, series de televisión, cómic o literatura. Charlas sobre tecnología y economía y sellos y más sellos en el pasaporte de Vincent irán creando esta odisea particular del hombre contemporáneo que ya no puede ser más viajero y se debe conformar con esa existencia prefabricada de turista accidental de vidas fotografiadas que no son sino pura ficción. Esta culminación de la trilogía distópica Las huellas que Carrión iniciara con Los muertos y continuara con Los huérfanos, es hija de la forma de narración serializada posmoderna repleta de referencias culturales, híbrida entre la habitual novela de aventuras y el ensayo benjaminiano. En sus textos —algunos tan valientes como los del capítulo escrito en verso que evoluciona en sus formas tal y como un Arcipreste de Hita comenzara un romance para acabar transformándose a lo largo del poema en Rogelio López Cuenca— la narración siempre dialoga y mantiene un pulso con la estructura, con la idea global del ensayo. Llena de diálogos y reflexiones sobre quiénes somos en nuestro presente continuo y cuáles son las causas de nuestra desazón global, Los turistas es una narración ágil que esconde más de lo que muestra, que invita al lector a establecer una tertulia continua con el autor. Un autor con quizás demasiada consciencia de la totalidad, pero que refleja en su estilo mutante de escritura como pocos en el panorama español actual el zeitgeist exacto de una época donde todo está más interconectado de lo que habíamos imaginado, pero donde, para hacerlo consciente, hay que andar como en la serie Perdidos, de flashforward en flashback, para desentrañar la estructura real de un tiempo que es espacio detenido e inasible.