Una locura privada
Las Inviernas
Cristina Sánchez-Andrade
Anagrama
248 páginas | 16, 90 euros
El título de una novela, si el autor acierta a formularlo bien, ofrece el primer y más relevante indicio sobre su significado. Acudo a esta observación obvia a cuento de Las Inviernas. La nueva obra de Cristina Sánchez-Andrade produce no poca perplejidad. Hallamos en ella la recreación de un mundo rural primitivo, con tintas cercanas al ruralismo crítico de finales del XIX y de entreguerras y posguerra del XX. Sorprendentemente, al lado de esta realidad pobre y dura, rebosante de violencia y maldad, encontramos un universo imaginativo formado por relatos orales, historias legendarias y otros materiales folclóricos. Todo ello tiene lugar en Tierra de Chá, un modesto Macondo en forma de aldea gallega que recuerda, por citar solo una semejanza, la fraga de Cecebre de Fernández Flórez.
En ese escenario a la vez real y mágico se mueven un amplio número de personajes que reproducen una polarización semejante. De la vertiente más o menos testimonial proceden un cura tridentino, un mecánico dentista que recicla las piezas que roba a los difuntos o un científico aficionado, víctima del odio sectario en la guerra civil, que ha comprado el cerebro a los vecinos para hacer experimentos a su muerte. De la vertiente también más o menos inventiva conocemos a un niño que no consintió que le destetaran hasta los siete años o una vidente con trazas de hechicera y bruja.
¿Adónde van a parar tan disímiles materiales? ¿Es un popurrí de anécdotas entre tristes y divertidas y de personajes con un puntazo estrafalario generalizado? En nuestra ayuda viene el título, que acoge el apodo de dos hermanas treintañeras: ambas fueron trasladadas al extranjero durante la guerra, como otro buen número de niños de entonces, para ponerlas a salvo de sus horrores y después de mucho tiempo, en los años 50, han vuelto a la aldea natal. El variado anecdotario de la novela funciona como marco de la historia de Las Inviernas, de su adaptación difícil al medio, del deseo de integrarse en la suspicaz colectividad y de la estela de misterios y secretos graves que las acompaña. El regreso de la pareja produce un revulsivo de insospechado alcance en Tierra de Chá y ellas se defienden como pueden de la extraña hostilidad colectiva. Por ahí vamos descubriendo el asunto medular del libro, que es una propuesta sobre la identidad y sobre la esperanza de alcanzar un sueño que redima a las Inviernas del pasado y les proporcione una ilusión de futuro. La autora monta un variado anecdotario narrativo en el que difumina la construcción de un mito personal, de una locura privada como alternativa a la triste realidad. En sus tormentosas relaciones, las hermanas abordan una y otra vez la penosa obligación de aguantar la existencia, y cada cual por su parte (una con sus sueños de ser actriz y otra con la dentadura nueva que alivie su ofensiva fealdad) tratará en vano de conseguir un cambio de vida.
La singularidad literaria de Sánchez-Andrade reside en envolver un tema conocido con una atmósfera irrealista, abierta al misterio y a la fábula y en una prosa fluida que regala valiosas creaciones verbales . A mi parecer, peca por acumulación de materiales heterogéneos y le falta a la novela una línea directriz más unitaria. Pero esta reserva se compensa con varios aciertos. Por una parte, la variada tonalidad que incluye lo dramático y lo humorístico y llega a lo tragicómico y la farsa. Otro encanto que tiene Las Inviernas es convertir un fuerte gusto por contar historias curiosas en un relato en conjunto bastante extraño.