Una mujer en la frontera
La hija extranjera
Najat El Hachmi
Destino
240 páginas | 20 euros
Escrito originalmente en catalán, la lengua con la que piensa y se comunica desde y para el mundo occidental la escritora hispano-marroquí Najat El Hachmi (Nador, Marruecos, 1979), La hija extranjera, novela-monólogo por la que la autora ganó el Premio Sant Joan de literatura catalana, es un relato sobre la voz interior de una mujer en medio de todas las fronteras: la de la nacionalidad, la de la lengua, la de la libertad de pensamiento, la de la realidad social o del deseo. La capacidad de Najat, licenciada en Filología árabe por la Universidad de Barcelona, de acercarnos a un terreno íntimo, allá donde las palabras nacen y conforman nuestra identidad en función de las culturas que las nutren, había sido ya sobradamente probada en obras como El último patriarca —por el que también obtuvo galardón, el Ramón Llull de novela en 2007—. Más allá de la intensa y morosamente narrada peripecia interior de su protagonista lo verdaderamente atractivo del relato es la manera en la que la autora ejerce de intérprete bilingüe y multicultural de dos mundos cuyas reglas inevitablemente están condenadas a generar conflictos. Lo hace desde palabras de dialecto árabe cuyo origen y referentes el lector hispano desconoce, pero que empiezan a adquirir valor de hologramas de toda un cultura tan desconocida y despreciada por nosotros, como esclavizante resulta a veces para la protagonista de su novela. Una chica de 19 años, brillante estudiante y emigrante en Barcelona donde vive con su madre, que asume adquirir un compromiso marital con un primo marroquí, a pesar de que tanto sus deseos como sus aspiraciones personales y profesionales anidan en la orilla opuesta a la tradición cultural y religiosa que representa su madre, trabajadora marroquí emigrante en Cataluña y analfabeta.
A través de unas palabras, cuya transcripción sonora nos obliga a oír la lengua con la que la protagonista del relato se halla en continua rebelión y diálogo, los lectores somos conducidos de la mano al interior del conflicto. Así el lector será una mujer joven y emigrante que lucha por definirse como individuo entre dos mundos, el natal, representado por la madre, y el de adulta, representado por la sociedad multicultural y llena también de prejuicios donde se convirtió en una estudiante brillante. Será marroquí, será el deseo liberado o sometido, será el rechazo y la atracción simultáneos de las miradas de los hombres que vuelven su lujuria al verla pasar con el pelo suelto o será el desprecio o la crítica surgidos del miedo de sus convecinas. Porque es desde esas palabras desde donde Najat nos invita a entender la situación fronteriza de su protagonista, y desde donde se hace todas las preguntas: ¿hasta dónde son propias las palabras que digo, escribo o comprendo? ¿hasta dónde elegimos una tradición o bien ésta nos elige a nosotros sin remedio? ¿hasta dónde esas palabras que no tienen correlato conceptual entre lenguas, imponen desde un código oculto e invisible quiénes somos junto a los demás? ¿hasta dónde la lengua es capaz de expresar el lenguaje del deseo? ¿qué significa ser mujer en sí? ¿hay una esencia universal de lo femenino o son las palabras y la cultura las que condicionan su esencia? ¿qué significa ser emigrante? ¿dejo que mi cuerpo, mi corazón y mis aspiraciones elijan su camino o sacrifico todo temporalmente para liberar a mi madre de su objetivo como educadora y transmisora de valores culturales que esclavizan a la mujer de la frontera que yo soy?
Un viaje, el de esta hija extranjera, maravillosamente escrito en palabras que ella aprendió, que no escuchó en su cuna. Un viaje emocionante y honesto por esas cosas que tanto juzgamos y sobre las que opinamos sin comprender lo más mínimo. Y Najat, no sólo por supervivencia, sino por empatía y generosidad, nos ha tendido la mano para que aprendamos qué es ser Otra. Qué significa ser la hija extranjera.