Veinticinco años de paz
El hoy es malo, pero el mañana es mío
Salvador Compán
Espasa
384 páginas | 19,90 euros
Con la novela de título machadiano: El hoy es malo, pero el mañana es mío, Compán, finalista del Premio Planeta hace diecisiete años, regresa a su zona natal de Úbeda y Baeza, comprimidas para la ocasión en el acrónimo Daza, y que arranca con los proféticos versos de Vallejo: Niños del mundo/ si cae España —digo, es un decir—/ si cae/ del cielo abajo su antebrazo… Este poema acompañará el relato del narrador, un muchacho que en los años sesenta observa la vida de provincias mientras va oteando las tímidas luces de esa modernidad que parece no llegar nunca. Su modelo a imitar es Vidal Lamarca, un profesor de dibujo solitario, sobre el cual descubre dos secretos: una viñeta en la que Lamarca se representa a sí mismo asesinando a un hombre, y un ardiente romance con una mujer casada del pueblo. Estas dos intrigas trazan las líneas maestras de una novela que quiere ser una mirada sobre la Guerra Civil y los episodios de brutal represión que siguieron a la contienda. Y, paralelamente, un relato de iniciación a través del cine, y las canciones como banda sonora de unos tiempos proteicos.
El secreto de Compán para hacer nuevo lo conocido, para transmitir vida real en lugar de lugares comunes, es una prosa muy robusta y que construye a un ritmo muy bien sostenido un mundo propio y personal. Así, el recurso de la pintura —que conecta esta obra con aquella Un trozo de jardín del mismo autor— articula muy bien la división entre la cultura y la barbarie, mientras que episodios como la matanza de Baena o la ejecución del dibujante Bluff se antojan lecciones de intensidad narrativa.