Bajo el dintel
Puerta del mundo
Francisco Morales Lomas
Ediciones En Huida
60 páginas | 12 euros
En el amplio registro literario de Francisco Morales Lomas (Campillo de Arenas, Jaén, 1957) la poesía posiblemente sea la puerta a la que asomarse para nombrar la vida. Y así ha titulado esta última y desnuda entrega, Puerta del mundo. En su umbral, tres citas (Auden, Octavio Paz, Ángel González) resumen lo que, al traspasar el umbral, hallaremos: luz, sombras, esperanza.
“No hay pájaros, amigo, sino dulce nostalgia / de un momento”, escribe en el arranque de un poema, que desde la asunción de la fugacidad de los sueños nos habla del idealismo silenciado, del desconcierto, del ansia de delirio. Esa fugacidad del existir cobra su más duro y heridor sentido en el poema que cierra, con emoción, la primera parte del volumen, y en sus versos de adiós a la madre, dolida, pero serenamente, se encarna. Declara el autor que “las palabras son como niebla que habla”, y acaso en tal aserción encuentra la llave para su escritura: la palabra, barro soplado del poema, es la niebla misma y, como oráculo, toma voz. El mundo que apareció recién inaugurado tras “la alondra de la lluvia” se convierte en no más que un trizado ideal en el que la infancia puede ser calumnia, y el mañana, crepúsculo y vacío. Porque el dolor, la melancolía, el vértigo de la existencia, la incertidumbre del hombre que ignora con qué piedra fabricarán su tumba, entreveran finalmente la escritura hasta pedir protección contra “los hombres duros que nunca se hacen preguntas / porque tienen todas las respuestas”. Hasta aceptarse en el retrato de la pared, hasta admitir que los árboles seguirán creciendo más que nosotros. Llegado ahí, Morales Lomas se coloca justo bajo el dintel de la puerta del mundo: hacia dónde —dentro, fuera— irán paso y verso aún no está escrito.