Dos gigantes de la poesía inglesa
Antología bilingüe
John Donne
El cuervo y otros poemas
Edgar Allan Poe
Selección y traducción de Antonio Rivero Taravillo
Alianza
200 páginas | 10,20 euros
Se va imponiendo, afortunadamente, el criterio de incluir el texto original en las traducciones de poesía. Sobre todo, cuando la obra poética está escrita en una lengua tan accesible y difundida como el inglés, que es el caso de los dos preciosos libros de bolsillo publicados por Alianza. Los autores, John Donne (1572-1631) y Edgar Allan Poe (1809-1849) se cuentan sin duda entre los diez poetas más importantes de la literatura anglosajona. La selección y la traducción han corrido a cargo de Antonio Rivero Taravillo, uno de los mejores traductores de poesía que ha habido nunca en nuestro país, autor, entre otras muchas versiones memorables, de la poesía completa de Shakespeare en la Fundación BLU, o de la poesía reunida de William Butler Yeats en Pre-Textos. Hablando de Yeats, se ha editado una novela de Rivero titulada Los fantasmas de Yeats (Sevilla, Espuela de Plata), que glosa los días sevillanos del poeta irlandés poco antes de la reunión fundacional del llamado Grupo del 27.
Donne es el gran poeta renacentista del amor. Solo Ronsard o Lope podrían comparársele, pero en el modo de abordar el hecho amoroso y sus derivaciones eróticas no ha habido otro como él. Hay un poema suyo, “Al acostarse su amada”, que figura en las más restringidas antologías del género. La versión que de ese poema hace Rivero Taravillo se acerca a la perfección, si no la supera con creces. Asistimos en ese fantástico poema a un minucioso proceso que, iniciándose con la dama completamente vestida, va a desembocar en su absoluta desnudez. Veamos la primera fase de ese proceso en la pulquérrima traducción en sonoros endecasílabos castellanos de Antonio Rivero: “Fuera la faja, clara nebulosa / que ciñe un más hermoso firmamento. / Desata ese corpiño deslumbrante. […] / El dichoso corsé, que tanto envidio, / quítate, que te queda tan cercano. / Qué hermosura revela tu vestido / al caer, como sombras de esos cerros / que ocultan las praderas florecidas”. Pero no es más que un ejemplo entre los cien que podríamos aducir de la excelencia incomparable que exhibe la poesía del gran Donne. Extraídas de sus Elegías, de sus Sonetos y canciones, de sus Epigramas y de sus Poemas religiosos, las cincuenta y una composiciones de que consta la antología son bellísimas y se leen tantos siglos después con la misma fruición con que se leyeron en la Inglaterra isabelina y jacobina, cuando algunos de los dioses mayores de la literatura europea vivían en Britania.
En El cuervo y otros poemas se dan cita, en cuidada edición bilingüe, cuarenta y una piezas del bostoniano Edgar Allan Poe. No faltan los poemas más celebrados de su autor, como “La ciudad submarina”, “Leonor”, “El palacio encantado” o “Annabel Lee”. Y, por supuesto, “El cuervo” (1845), el poema por excelencia surgido de la pluma del poeta norteamericano. ¡Qué bien resuelve Rivero en su versión las rimas internas de esa maravillosa summa de talento, de emoción y de música que es “El cuervo”! Veámoslo copiando la primera estrofa de la traducción española de The Raven: “Una noche me aburría y cansado discurría / sobre muchos y curiosos libros de la Antigüedad; / y mientras cabeceaba, escuché como una aldaba: / suavemente alguien llamaba a la puerta de mi hogar. / ‘Será una visita’, dije, ‘a la puerta de mi hogar’. / Esto solo y nada más”.
Toda traducción poética se convierte, de alguna forma, en un poema nuevo, que circula en paralelo al original, pero que nunca llega a confundirse con él. Los poemas de Donne y de Poe traducidos por Rivero Taravillo suenan en español como poemas nuevos y, al mismo tiempo, como fiel reflejo del original. Eso es la traducción: un puente entre literaturas que hablan idiomas diferentes. En este caso, una obra maestra de ingeniería verbal.