El mejor artesano
Poesías completas. Volumen I (1909-1962)
T. S. Eliot
Trad. José Luis Rey
Visor
1145 páginas | 40 euros
Thomas Stearns Eliot (conocido como T.S.Eliot) iba a convertirse en uno de los bardos principales de la poesía contemporánea cuando en 1922 publicó The waste land (La tierra baldía), que años más tarde, no muchos, se transformaría en la lengua común en estado perfecto; sus inauditos saltos binarios: tiempo/espacio, tierra/agua, seco/húmedo, ofrecen una expresión suprema de carácter universal, convirtiendo la placentera lectura de un libro de poemas en una tesela de múltiples significados donde el relato no es consecutivo y la historia virginal se difumina; en The waste land convergen personajes y situaciones vulgares que “se revisten, de golpe, con un aire de mito”, al decir de Mario Paz; Madame Sosostris, Tiresias, Flebas el Fenicio, la Reina Vírgen, Leicester, la Ciudad irreal, el lodo, y los barrios y habitaciones nauseabundas de Londres, dibujan el paisaje de un himno universal en el que se enmascaran cánones y espíritus semovientes que finalmente componen un collage majestuoso, inaprensible, pero no menos inquietante; poema intervenido por otro de los inmensos líricos de aquella época de oro, previa a la ansiedad de Auden, nos referimos al también norteamericano atrapado en Italia, el titán, antiguo imagista, Ezra Pound, que llamó a Eliot il miglior fabro, el mejor artesano en el escribir, cogiendo prestada la alabanza que hará el propio Dante, en el Purgatorio de su Divina Comedia, a través de los versos de Guido Guinizelli, al trovador Arnaut Daniel. Es lógico: siempre se encuentra Dante Alighieri vagando en las tinieblas de su genio inalcanzable, y detrás de él sus herederos Pound y Eliot, hacedores de sublimes edificios literarios donde la muerte tiene la dulce apariencia de una rama dorada, a lo Frazer.
En el prólogo de estas Poesías completas de Eliot en español, volumen I (1909-1962), basadas en la edición inglesa de Christopher Ricks y Jim McCue, The poems of T.S. Eliot (Faber & Faber, 2015) y que Visor ha encargado, con indudable olfato, a José Luis Rey, pulcro poeta y riguroso traductor, este se apresura a señalar que una de las novedades de esta edición está en que, junto al poema exprimido por Ezra Pound, se edita la reconstrucción editorial de La tierra baldía, esto es, el original que Eliot le envió a Pound, el poema tal como era antes de las correcciones que este acometió, y que a pesar de instituirse como texto canónico e intocable, urbi et orbi, en absoluto empaña la primera versión, todo lo contrario, ayudará al curioso lector, ¡oh hipócrita lector!, a comprobar las influencias simbolistas —Laforgue, Mallarmé—, antirrománticas, y la feliz intuición cultural que le caracterizaba; esa energía inabarcable, mosaico bárbaro de tendencias, versos que se dictaron desde un mundo en ruinas, sin apenas un grito de impaciencia, a pesar de la cita negativa, ¡el horror, el horror!, de Joseph Conrad, con la que abre el poemario.
La poética de Eliot rozará posteriormente, en Four Quartets (Cuatro cuartetos), ámbitos puros, metafísicos, creando una liturgia renovada hasta hoy. “Si el mes más cruel es abril, porque nutre /lilas fuera de la tierra muerta…” (La tierra baldía), y “Ajo y zafiros en el barro / se coagulan en un eje atascado” (Cuatro cuartetos), no cabe la menor duda de que existe un recóndito lugar donde se encuentra ese hombre desesperado que él describió, y que, a estas alturas, somos nosotros. No en vano Eliot se declaró “clasicista en literatura, anglocatólico en religión y monárquico en política”; no debe extrañarnos porque vio, mucho antes de suceder, lo que se nos venía encima, y nos lanzó la advertencia de que nuestra civilización se arrojaba al abismo.