El viaje, la ciudad, los mitos
Personal & político
Aurora Luque
Fundación José Manuel Lara. Colección Vandalia
112 páginas | 11.90 euros
Después de publicar en 2014 dos antologías, Fabricación de las islas y Médula, Aurora Luque nos presenta ahora un nuevo libro de poemas cuyo título se ajusta al lema feminista “lo personal es político”, a partir del cual la intimidad se vincula a las relaciones de poder. Dividido en dos secciones, “Cuaderno del sureste” y “Cuaderno Vieja América”, el libro tiene mucho de cuaderno de viaje y aporta novedades importantes en relación a títulos anteriores (Camaradas de Ícaro, La siesta de Epicuro). Más extensos y narrativos, los poemas de Personal & Político añaden nuevos matices a los temas sobre los que suele girar la obra de Aurora Luque: los efectos del paso del tiempo y la presencia amenazadora de la muerte, la recuperación de la cultura clásica grecolatina —y la consiguiente relectura de los mitos—, la necesidad de aprovechar el presente y la constante reflexión metapoética, que no deja de recurrir a la ironía.
La simbología del mar, una constante en su poesía, aparece en los dos primeros poemas, “Carboneras, verano de 2013” y “La Chanca, verano 1962”, dedicado al fotógrafo Carlos Pérez Siquier, en el que destacan los brillantes versos finales: “la blanca y negra sed,/ la ciega cara oscura de la luz”. En la primera sección del libro, la poética vitalista de Aurora Luque va marcando el contraste entre la plenitud del presente y el horizonte no deseado de la vejez, y lo hace a través de homenajes sucesivos a filósofos, poetas y personajes literarios. Del viaje imaginario que alienta “Simbad o Don Quijote”, con Ulises de fondo (“Así los libros dotan de equipaje a quien vive”), pasamos a las trampas de la publicidad muy visibles en “Temporada de cruceros”, parodia del célebre “Ítaca” de Cavafis, y a los viajes reales de “Alsinas” (“Amo el tiempo que en ellas/ me queda por perder”). El carpe diem, que tantas variaciones ha tenido en los títulos de Aurora Luque (Carpe noctem, Carpe verbum, Carpe amorem), es revisado a través de Ronsard, de W. B. Yeats o de la cantante Cesária Évora; vida y poesía se unen en “el deseo feroz/ como arteria central de las palabras” (“Paulonia”). Y las voces de mujer cobran protagonismo, desde Hipatia de Alejandría hasta Virginia Woolf, Ana María Matute o Sophia de Mello, a quien se nombra en “La palabra gaviera”. También Chantal Maillard, en “Matar a Platón. Caso práctico”, un excelente poema muy recomendable para los que se dedican a la enseñanza (“Miró la profesora a sus alumnos de diecisiete años…”).
La segunda parte del libro, “Cuaderno Vieja América”, se abre con un apartado de cuatro poemas, “Serial”, que incorpora la actualidad de los jóvenes inmigrantes que se ganan la vida en los semáforos, pero también el impacto de algunas series televisivas (Mad men, Breaking bad) y la fuerza de una danza que se imagina a partir de un mosaico de la artista Nancy Spero; esa misma intensidad se impone en el espléndido poema narrativo “Con la muerte a la cintura”. El espacio de la metrópoli se sitúa en primer plano y Nueva York evoca los versos de Juan Ramón Jiménez, de Moreno Villa, de García Lorca: “La ciudad está inyectada de misterios/ por mano de poetas”. Toda la parte final del libro vuelve a establecer un diálogo con las voces del pasado, ya sean lecturas de la infancia (Louisa May Alcott) o de la madurez (Luis Cernuda, Marguerite Yourcenar, Emily Dickinson, Paul y Jane Bowles). Ese diálogo es también una manera de reflexionar sobre la escritura poética y de incorporar al presente aquellas miradas sobre la realidad que han sobrevivido al paso del tiempo (“Sé que mi libertad se ha fabricado/ con destellos antiguos”), porque la poesía nunca puede sustituir a la vida (“Corre, sal, vive, vuela./ Los poemas son solamente cápsulas,/ aditivos, morfinas, antibióticos”) pero funciona como una linterna o un círculo de luz en busca de “una veta/ de palabras hundidas que fulguren”.