La herida del resistente
El que hiere de lejos
José Tono Martínez
Huerga y Fierro
62 páginas | 12 euros
José Tono Martínez, nacido en Guatemala en 1959 y residente en España, sociólogo, doctor en Filosofía , cofundador y director de la revista La luna de Madrid, ha dejado su huella tanto en la novela como en el relato y el ensayo y, por supuesto, en la poesía, de la que este año tenemos buen ejemplo con la publicación por Huerga y Fierro de El que hiere de lejos. Un poemario que junto con Segunda versión del alba, De los años próximos y Una isla estremecida (1988-2008) forma su corpus poético.
En este último libro late una aspiración hacia lo absoluto muy juanramoniana, una visión cósmica aleixandrina y un poso clásico fundado en el Siglo de Oro español, aspecto señalado por uno de los mejores conocedores de su obra, el poeta y crítico Jaume Pont, que propone un constante proceso de reflexión injertado en las palpitaciones más carnales del amor y su pérdida. Hasta el punto de que amante y amada se funden en un acoplamiento que traspasa los límites temporales y espaciales, y hace necesaria una filiación con las fuerzas de la naturaleza para expresar la potencia genesíaca de la relación amorosa. Una relación que en el límite coincide con la muerte, y donde el cuerpo tiene vida independiente. De ahí la importancia del sexo y su capacidad de revelación, e igualmente del deseo, sin el cual todo se desvanece. Y no menos sustancial la de la ausencia, pues el cordón umbilical entre los amantes se rompe con la falta de la amada. También es fundamental el peso de la distancia entrañada en el recuerdo, que actúa como una flecha y no deja de irradiar, el constante interrogarse de los amantes y el paso del tiempo.
Todo es basal en la poesía de Tono, al igual que nutriente de su último libro El que hiere de lejos, donde los poemas alcanzan su máxima desnudez y transparencia, y predomina el tono reflexivo mediante un proceso de interiorización que disecciona la existencia hasta su último pulso. Se abandona también el círculo cerrado en el que respiran los amantes y hay una salida hacia los otros. Asimismo se distancia del yo y de este modo universaliza sus pensamientos y sentimientos. La amplitud de horizonte de este poemario une ciudades, historia y literatura trabándolas a la vida, y apela a esta como forma de resistencia. No faltan la ironía, la austeridad formal que no anula la sensorialidad. Tampoco el tema vivificante de esta obra, el transcurso del tiempo, su acción devastadora, presente de un modo radical en el poema que cierra el libro y que por su hondura y raíces clásicas, justifica todo el poemario. Una de sus estrofas constata lo que decimos: “Oh tiempo que todo lo destruyes,/ de ti mismo también huyes,/ del mundo haces polvo de estrellas/ que nuestra noche contempla y sella”. La herida de la poesía de José Tono Martínez cicatrizará dentro de cada lector.