La luz del no saber
Escritos en la corteza de los árboles
Julia Uceda
Fundación José Manuel Lara
96 páginas | 11, 90 euros
La poeta sevillana Julia Uceda mantiene desde hace más de cincuenta años un diálogo de indagación, hondo y contenido, sobre el misterio del ser y la búsqueda de su verdadera identidad, realizado desde una conciencia de la extrañeza dotada de una libertad máxima y de una fuerza superior engendradora. Vía hacia el conocimiento en la que los sueños poseen tal energía reveladora que en su desvelamiento de lo esencial llegan a concebir a quien sueña. Un camino hacia la luz, clave en su obra, en el que siempre está acompañada por el otro en su condición de criatura única, dañada por las injusticias de la historia, cumpliéndose así esa articulación entre lo íntimo y lo colectivo que está en el origen de su universo poético. Un universo construido mediante la sedimentación de distintos saberes, tanto orientales como occidentales, y una mirada al mundo crítica y agradecida al mismo tiempo, presente en su obra reunida hasta 2002, En el viento, hacia el mar, publicada por la Fundación José Manuel Lara, Premio Nacional de Poesía, y en estos Escritos en la corteza de los árboles donde su poesía consigue su respiración más profunda. Quizá por eso los veintiocho poemas que forman el último libro de Julia Uceda están precedidos por un texto entre la poética y la confesión en el que ella pretende dar respuesta a la pregunta “¿Somos quienes quisimos ser?” La pregunta nos ancla en lo preexistente y nos anuncia el bosque de sombras en que se mueve el poeta que —dice Julia Uceda— “no sabe por dónde va ni adónde, ni quién le empuja, ni qué busca, ni cómo encontrar la palabra adecuada para nombrar lo que permanece en el silencio”. Y en esa constante búsqueda de las señas de identidad, permanente a lo largo de toda la creación de esta autora, el tiempo no se atiene a lo que habitualmente entendemos por pasado, presente y futuro, sino que está modulado por un ejercicio de la memoria más allá del recuerdo.
El título se refiere también, en expresión de la poeta, “a escribir a toda prisa unos poemas en trozos de las cortezas de los árboles como si fueran hojas desenganchadas de un cuaderno abandonado por alguien, con el objetivo de imaginar una escritura anterior a la propia escritura: signos en cortezas de árboles, y entrañada en el Gilgamesh: “tratar de vivir, de nuevo, una vida pasada, conocer el principio del hablar y a qué impulso emocional podría este obedecer”. Una tensión de viaje interior atraviesa este libro, del que subrayo también su poder para encarnar la historia: bastan una casa vacía y un vaso de agua para que Julia Uceda abra dentro, hasta convertirse en protagonista, la más sangrienta de las guerras napoleónicas: la batalla de Borodinó de 1812, y denuncie taladrándonos la inmoralidad de toda guerra. En fin: este es un libro nacido del fondo de la conciencia, fecundado por el sentido último de la existencia.