Mujer y razón (ilustrada)
Holocaustos a Minerva. Obras escogidas
María Rosa de Gálvez
Edición de Aurora Luque
Fundación José Manuel Lara
Biblioteca Clásicos Andaluces
464 páginas | 22 euros
María Rosa de Gálvez es, sin duda ninguna, la escritora más atractiva de nuestro siglo XVIII. Eso no es decir mucho, es verdad, pues fueron muy pocas las oportunidades que las mujeres españolas tuvieron en el pasado de colaborar en la vida literaria y espiritual de su país. Nada que ver la dificultad en que se movieron permanentemente sus aportaciones con la presencia, radiante y poderosa, de las mujeres en la vida intelectual francesa. Influyeron en los temas, estilos y géneros de su literatura y ahora es un hecho aceptado el considerar decisiva su aportación en el desarrollo de los géneros autobiográficos, cuando en España permanecían rígidos y contraídos. Gálvez, pues, tuvo que luchar mucho para enfrentarse a un statu quo que desdeñaba lo femenino, no permitiendo a las mujeres más honores y caídas que las que se pudieran fraguar en sus propias alcobas o fueran fruto de su instinto. Por fortuna para la escritora, ella disponía de un carácter rebelde, templado en múltiples adversidades, de modo que no se doblegó fácilmente.
Sus primeros años transcurrieron en el frío e inhóspito hospicio de Ronda (“el infeliz albergue donde reina el llanto”), pues era huérfana y no cabe más que especular sobre su posible origen noble, como harían constar más adelante sus padres adoptivos. Estos la acogieron en su casa malagueña y formalizarían la adopción al contar la joven dieciocho años. El matrimonio Gálvez, sin hijos, vio en María Rosa un refugio a su largo desencuentro conyugal. Pero la vida adulta de la escritora estaría llena de pleitos, tensiones y habladurías a las que se sobrepondría protegida por su indudable vocación literaria, desarrollada en unos pocos años: entre 1801 y 1806. La magnífica y documentada edición de Aurora Luque, Holocaustos a Minerva. Obras escogidas, reúne por primera vez una amplia selección de la obra poética y dramática de la escritora malagueña, permitiendo por fin aquilatar no solo su valía sino la coherencia intelectual de sus planteamientos.
Gálvez escribió poesía y teatro desde una perspectiva precozmente feminista —esbozada teóricamente en los prólogos de sus obras— que le hizo reelaborar el tema moratiniano de “el viejo y la niña”, restaurando la figura de la madre como ejemplo de amor, en lugar de codicia, en su corrosiva comedia Los figurones literarios, la pieza de lectura más deliciosa del corpus ofrecido. Si en El sí de las niñas (1805) hallamos a una madre ambiciosa, vulgar y acomodaticia que, sin escrúpulos, ofrece su pequeña hija al cincuentón don Carlos, la comedia de Gálvez nos ofrece un modelo femenino muy distinto: la madre también es viuda, pero es una mujer cultivada, viajera, que lee la prensa y tiene una notable curiosidad por la política. Es sensata y escucha a su hija y lo que esta tiene que decir acerca de sus sentimientos amorosos.
Es una lástima que la carrera de la escritora fuera tan breve y estuviera salpicada por los chascarrillos vinculados tanto a su desdichado matrimonio como a una hipotética relación con Manuel Godoy, el hombre que hacía y deshacía los destinos en España. Porque no hay duda del valor de Gálvez al hacer suya la razón ilustrada, a pesar de la hostilidad social.