Saber sin tiempo
Galería de rara antigüedad
Jaime Siles
Visor
50 páginas | 12 euros
Pocos poetas hay tan engendrados por el lenguaje como Jaime Siles, que “establezcan su patria en las palabras”, como reza uno de los versos de su libro Actos de habla. Desde Génesis de la luz, publicado en 1969, hasta Galería de rara antigüedad, libro con el que ha obtenido el último Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, objeto de nuestra atención, pasando por títulos medulares, como Canon; Música de agua; Columnae; Semáforos, semáforos; Himnos tardíos o el citado Actos de habla, su obra está llena de distintos registros, acordes con las vibraciones más hondas de su espíritu, consistentes en una tensión más o menos intelectual o sensorial, unas veces; con rasgos de la poesía del silencio y de la metapoesía, otras; la presencia relevante de la naturaleza y del espacio urbano en alguna etapa, y una clara capacidad de articulación de clasicismo y vanguardia. Registros todos entrañados en el lenguaje como ética, y en una deliberada anulación del yo para crear un campo de encuentro entre poeta y lector en el que brille desnudo el ser, y se origine así una relación dialéctica con todos los atributos y limitaciones de lo humano, sin descartar experiencias tan radicales como las de la Nada o la muerte; encarnando siempre, eso sí, idea y vivencia. Lenguaje mansión para Jaime Siles, vivido, según nos dice, “como una identidad”, como alumbramiento de aquello que nombra y como comunión con el mundo y con los otros. Lenguaje que a través del poema es para el lector fuente de saber íntimo y colectivo, pero con una tensión primigenia, sin tiempo, en la iluminación de lo más real que nunca deja de respirar. Con todo lo dicho no es difícil de entender que la filología haya sido para Siles una forma de existencia más que una profesión, y que haya querido desde la plenitud del sexagenario escribir un libro, Galería de rara antigüedad, que es un acto de amor a la Filología Clásica y de agradecimiento a todos sus maestros, colegas y amigos, como expresa en el prólogo, “un libro de ficciones y figuras que no tienen otro objeto que mi interiorizada vivencia de aquel mundo como lo imaginé”. Una reafirmación de su consagración al humanismo que alcanza una altitud poética tan germinal y transparente que genera en el lector un conocimiento profundo de sí mismo, y una disposición a que la vida se le revele pulsando el sentido más oculto y verdadero de la realidad. Y aparte de esto le invita a rendir desde su propia intimidad un homenaje a la ficción, a textos por los que se siente leído.
Esta Galería de rara antigüedad está cruzada por sombras de dioses, héroes, historiadores y filósofos de la Antigüedad Clásica que, veintitantos siglos después, renacen aurorales en diecisiete poemas donde se produce tal sintonía de su autor con situaciones por ellos protagonizadas, con sus búsquedas y preguntas, que éste desaparece para que el lector a solas con ellos vaya descifrando su propia existencia; acepte con serenidad, creo, que “la muerte siempre tiene una carta escondida / debajo de la manga o una bala de más”. Invita Siles al lector, con estos poemas, a que se reencarne en Ulises, y lo cantado en La Odisea pueda amanecer dentro de él como una voz materna trasminada del intemporal texto; a que escuche el trágico sonido de la guerra más allá de la aparente inmortalidad de la que una canción inviste a los combatientes; a sentir la necesidad del lenguaje, consciente también de las trampas que nos tiende; a que se pregunte por la naturaleza de la belleza; consienta el alto vuelo de la imaginación y los sueños y experimente el miedo a saber de sí y el peligro que encierra la memoria. Lo clásico en el quizá mejor libro de Jaime Siles se torna “carácter y condición del Ser”. Es imposible leerlo sin dentro de sus versos suceder.