Telaraña y surco
Caligrafía de la necesidad
Cecilia Quílez
Bartleby
84 páginas | 12 euros
La poesía de Cecilia Quílez (Algeciras, 1965) desde su primer libro La posada de dragón, publicado en 2004, ha ido alumbrando un universo sustentado en una obra con alta temperatura pasional, en la que se anudan lo real y lo simbólico, lo intuitivo y lo reflexivo, y lo metafísico nunca está separado de lo carnal. Poesía entrañada en la búsqueda, fecundada por una energía femenina generadora de una plena independencia y con una ordenación del tiempo y del espacio en armonía con los movimientos sísmicos del espíritu de la poeta. Todo ello transmitido mediante un lenguaje preñado y con frecuencia confesional, en el que existen pulsaciones surrealistas y expresionistas.
Un universo el de Cecilia Quílez concretado en unos poemas que respiran verdad y libertad. Un mal ácido (Torremozas, 2007), El cuarto día, Vísteme de largo y La hija del capitán Nemo (libros albergados en la editorial Calambur), son otros poemarios en los que la exploración de la existencia tiene como núcleo vivificante el amor y sus naufragios. Una habitación de lo abisal que no evita el ascenso hacia la luz. En unidad con ellos pero con una fuerte presencia de la otredad, una vigorosa insumisión, un grado mayor de confesionalidad y de lo reflexivo, Caligrafía de la necesidad, constituye una tela de araña que atrapa al lector, debido a la encarnación suma de la poeta en sus versos que no le deja escapatoria, pues este sabe desde el primer momento cómo la escritura va abriendo surcos en una existencia que tan desnuda se muestra que a todos pertenece. Tan es así que la poesía se hace algo orgánico en este libro hasta desaparecer en lo que nombra.
Escribir para Cecilia Quílez es hablarnos desde las entrañas, es minarnos con sus reflexiones, es alterar lo que alguien definió como permanente y no cejar en la búsqueda dentro de las palabras de un bautismo siempre primero. Hay también en el poemario un deseo de despertar, de ver amanecer aun dentro de la más absoluta oscuridad, de inaugurar el mundo cuando todo es una losa de pérdida, engaño y desamor. Y la contemplación es una defensa contra las turbulencias de la vida, un modo de crear una existencia paralela. Una presencia basal nos inunda asimismo durante la lectura de Caligrafía de la necesidad, la de la mujer que se reafirma librándose de cualquier atadura, para quien la consumación del amor es un acto extremo de libertad, expresada en unos versos con pulso, desasosegantes (…) “Hay un grillo moribundo / Performance de un ángel / Gózame dice / Solo el frío te nombra / Luego ardo en sus alas / Sola Yo / Así hasta que otro tren / Me lleve de vuelta / O de ida / Al mismo precio / Que el olvido”. Versos que como en todo el poemario carecen de puntuación, exigencia derivada de la integración de lo físico y lo psíquico, de lo esencial y lo accidental, de lo temporal y lo absoluto. Versos que a veces se fracturan pues trasminan la existencia de quien se abre en canal. Muchas cosas más podrían decirse de Caligrafía de la necesidad, donde está también la memoria de los otros y se rinde homenaje a la propia creación poética. En estado de hambre y de profunda necesidad está escrita esta nueva obra de Cecilia Quílez que no hace sino confirmar su voz, tan poderosa y verdadera, dentro de la mejor poesía española.