Tiempo vivido
Cuestión de tiempo
Francisco Díaz de Castro
Renacimiento
160 páginas | 17,90 euros
Francisco Díaz de Castro (Valencia, 1947), catedrático emérito de Literatura Española, es uno de los mayores especialistas en la poesía española contemporánea y también un magnífico poeta. Cuestión de tiempo, que reúne su obra poética hasta la actualidad, me parece un título muy acertado, ya que la marca temporal está presente en varios libros o cuadernos suyos. El autor suprime bastantes poemas y también existen muchas variantes textuales en esta edición. Aunque empieza a publicar en los ochenta, sus primeros libros importantes aparecen en la siguiente década; tanto El retorno (1994) como El mapa de los años (1995) hablan insistentemente de una ausencia, pero también de cómo nos va cambiando el tiempo y la memoria influye en el presente. Los motivos del jazz o del cine no hacen sino fijar la intensidad de unos instantes. La atención a lo inmediato define el tono y el ambiente de muchos de sus poemas desde la mirada de un observador que se mueve en espacios urbanos, comparte sensaciones, miradas o recuerdos y sabe que el poema es también un escenario, la conciencia de un artificio que describe un aprendizaje moral, una opción de lucidez frente a la finitud y la muerte que, además, puede utilizar diferentes registros del lenguaje: la ironía es la otra cara de la reflexión elegíaca.
En el libro posterior, La canción del presente (1999), ya encontramos un importante cambio de tono: el ahora es el único escenario, que se impone con todo su poder de seducción y también con sus emboscadas: la conciencia de que existe el dolor hace más vivo ese reconocimiento con lo inmediato. La sensualidad, el goce del instante se convierten en defensas frente al deterioro y a las trampas que la memoria tiende; también frente a la nostalgia, importa “Solo la vida”. Los poemas de La canción del presente fijan una actitud moral que reflexiona sobre distintos sentimientos, nos llevan al territorio de los sueños como alegorías de una realidad desagradable, pero es, ante todo, una afirmación vital, bien visible en el poema “Divagación ante el espejo”.
En Hasta mañana, mar (2005), el mar funciona como espacio simbólico a partir del cual amplía el autor una reflexión sobre el paso del tiempo, fundamental en su creación poética. La memoria vuelve a cobrar protagonismo, con una doble dimensión personal y colectiva que deja más nítido el perfil de un tiempo compartido. Surge entonces el contraste entre la necesidad de vivir el instante y el peso de la vida anterior, con sus fantasmas obstinados. Y acaba por imponerse el instinto, la fuerza vital que lleva a gozar del presente: el tiempo se incorpora con toda su gama de matices y su carga emocional. Si resulta imposible eliminar los recuerdos, quizá el mayor reto consista en plantear de forma verosímil su compleja trama de evocaciones. Y se vuelve con otra perspectiva no solo a los paisajes y ciudades, sino al propio bagaje cultural: a los poemas, a los cuadros, al cine o a la fotografía.
Fotografías era el título de una colección de poemas en prosa (2008) que también se incorpora a Cuestión de tiempo. Una cita inicial de Walter Benjamin (“Se avecinan tiempos peligrosos”) nos anticipa el sentido crítico, incluso de denuncia, que orienta los doce textos; en el momento en que estalla la más reciente crisis económica, la mirada vuelve a las fotografías del pasado para enfocar las constantes del presente y la extensión de las realidades virtuales. Cierra el volumen un apartado de once poemas inéditos, “Verano con Duke y otros poemas”: desde el título, vuelven las referencias a la música, a la canción y al jazz sobre todo (Duke Ellington, Lee Konitz, Charles Mingus), como punto de partida para la reflexión existencial, y encontramos algún enlace con el anterior Fotografías (“Cabo de Gata”, “Otras fotografías”), que vuelve a situar en primer plano la función crítica del arte y de la literatura.