Un azar ileso
Al margen / En marge. Poesía reunida
Silvia Baron Supervielle
Trad. Silvia Baron Supervielle, Eduardo Berti, Axel Gasquet,
Vivian Lofiego y Diego Vecchio
Edición bilingüe
Adriana Hidalgo, editora
1.000 páginas | 30 euros
Silvia Baron Supervielle (Buenos Aires, 1934) escribe en francés pero se siente del Río de la Plata, una “aventura esencial” que le ha enseñado que “el lenguaje de un escritor se engendra en la orilla, desde afuera”. En el cable tensado entre esas dos orillas, la argentino-uruguaya y la francesa, que sostienen, a un lado, Pizarnik, Juarroz, Cortázar o Borges y, al otro, Marguerite Yourcenar, a todos los cuales ha traducido, Baron Supervielle escribe los distintos momentos de esa aventura. Lo hace al margen, desde los márgenes, porque es ahí donde encuentra “el centro más íntimo del ser humano”; y porque los espacios en blanco, los que se extienden alrededor de sus brevísimos poemas, le recuerdan la pampa, un espacio mítico al que así homenajean de manera implícita, pero visible, sus libros; y también, y quizás sobre todo, porque es ahí, en lo dejado sin decir, en lo expulsado más allá de la escritura, donde adquieren sentido sus balbuceos (con los idiomas, con los sentimientos), su desorientación existencial y literaria, la distancia que necesita poner entre ella y las cosas (y entre ella y ella) para saberse viva, ese extrañamiento que reivindica en entrevistas y textos autobiográficos como parte imprescindible de su estar en el mundo.
Silvia Baron Supervielle escribe “naturalezas muertas”, “signos”, “descampados”. Escribe en corto porque desconfiaba de sí misma cuando, al mudarse a París en 1961, cambió de lengua y porque desconfía de la caudalosa verborrea hueca que lo impregna todo y que ha rebajado la palabra a basurera y a cómplice de lo inane. Quiere que se apague “el fuego de / no ser” para que no se apague “esta sed / de infinito”. Y cree “en / un azar / ileso” porque es ahí, en el absoluto que abre ese azar no tocado por la voluntad o el interés, donde una puede reanudarse a su deseo, es decir, donde una puede seguir estando viva y viajando entre los vivos. La poesía es para Silvia Baron Supervielle el hilo que va de una orilla a otra orilla, en este caso de la orilla de lo expresable a la orilla de lo inexpresable; es, de hecho, lo que traduce una orilla al lenguaje de la otra orilla, un proceso sobre el que ella ha reflexionado con hondura y pasión en su ensayo El cambio de lengua para un escritor (Corregidor, 1998) y en su novela La orilla oriental (Adriana Hidalgo, editora, 2004).
Intensidades, revelaciones, fulgores, desasimientos: la obra de Silvia Baron Supervielle se presenta como poesía esencial que descree de los esencialismos (no es poesía mental sino sensorial, pura luz hecha sentidos), como poesía cósmica (poemas sorprendidos en el acto de estallar, el inicio del inicio de una galaxia) que no propone cosmovisiones, y como poesía al margen, en efecto, que no se retira del mundo sino que lo ilumina y nos lo acerca a la piel. Gran poesía en formato pequeño para que cada uno encuentre ese azar ileso reservado para él y pueda llevárselo tatuado.
La mayoría de estos libros, muchos de los cuales aparecieron en tiradas mínimas en Francia, casi siempre acompañando la obra de artistas plásticos como Geneviève Asse, están traducidos por la propia Silvia Baron Supervielle, que al hacerlo ha aprovechado para corregir e incluso reescribir bastantes de los originales franceses. Un aliciente más para leer a una de las más grandes y desconocidas poetas argentinas (y francesas) de la actualidad.