Vivir a golpes
Vivir de oído
Andrés Neuman
La Bella Varsovia
64 páginas | 10 euros
Desde 2015, Andrés Neuman no publicaba ningún libro de poemas. Ahora, parece haberse decidido a continuar una trayectoria brillante y arriesgada. Alguien dijo alguna vez que “un poeta de cuarenta años o era poeta o no era nada” y Neuman, llegada esa edad, parece querer convencernos de esa máxima con este libro. El poemario se estructura de un modo tripartito, en el que el primer movimiento, “Ese viento obstinado”, quiere ser la metáfora del paso inexorable del tiempo. De esa experiencia y de los daños que causa, parecen tratar los primeros poemas: “Conversación en tres tiempos”, “Ocho, etcétera”, “El kilómetro extra”, “Pesimismo del entendimiento…”, “Regreso de la hoja”, “Ese viento obstinado”, “Inventos…”, etc, que pueden resumirse en dos versos ciertamente memorables: “Ese viento obstinado era deseo. / Ese empecinamiento se llamaba vida”. También, en buena lógica sentimental, se remonta a los orígenes y a los ancestros por el peso de un apellido que valora en sí mismo esas tradiciones: “Todos mis bisabuelos / huyendo de sus casas y entonando / oraciones en yiddish / que no comprendería”.
Recién iniciada su trayectoria poética, Neuman defendía una “poesía ecléctica”, un “eclecticismo responsable” como actitud literaria y moral frente a las estúpidas polémicas que habían agitado el fin de siglo anterior. Y ciertamente, Neuman dio ejemplo publicando, uno tras otro, libros diferentes, adscritos a muy distintas tendencias estéticas. El libro presente, supone un paso más en ese camino de fusión, puesto que las distintas tendencias se mezclan en sus versos, llegando a conseguir efectos sorprendentes que Neuman buscaba ya, sin duda, desde sus inicios. Así, el mundo de los objetos y de las relaciones domésticas se armoniza sin fisuras con imágenes neocreacionistas (“Lápidas con memoria dental…”) y con recursos antipoéticos que firmaría con gusto el mismo Parra (“Amanecer es mal infinitivo.”).
Si hemos hablado de madurez, no es extraño que la segunda sección del libro se refiera al Amor y a los amores (“El no es un accidente con aspecto de atajo…”). El amor dialogando con el tiempo (“Voy viviendo de oído…”), el amor accidental (“Todo eso nos ha reunido aquí, / en cruce accidental…”), el amor feminista (“Las mujeres despiertas que durmieron conmigo… / las maneras en que me despertaron / en que me hicieron ver que yo era ellas”.)
Finalmente, y de un modo también bastante clásico, Neuman cierra el libro con una serie de composiciones metapoéticas en las que no está ausente la reflexión moral (“Oscuro a medias”), aunque se ocupen sobre todo de la problemática del escritor frente a sus recursos. Se suceden así un homenaje a la capacidad de narrar (“Ficción de vista”), otros modos de nombrar el eclecticismo (“La otra vía”, “Bacanal ambidextra”) y finalmente la reivindicación contenida, elegante, de la emoción en “Casi conmovido” o “Movilidad de lo otro”.
En definitiva, un magnífico libro de Andrés Neuman, que lo sitúa también como uno de los poetas más intensos e innovadores de su generación. Y de los más inteligentes, porque al fin y al cabo “vivir de oído” es algo parecido a seguir adelante a pesar de los golpes que la vida nos tiene destinados.