La novela de un siglo
La biografía de un escritor está en su literatura. Con esta afirmación se valora al mismo tiempo el peso de la vida en la obra y esa personalidad final, trabajada y rehecha, que se define a través de la escritura. Hay fragmentos, por ejemplo, de La cabeza del cordero y de El jardín de las delicias en los que cobran fuerza recuerdos de la infancia. Pero lo mismo podría decirse del resto de su obra, porque su experiencia juvenil del cine o de la ciudad está en la mirada de su prosa vanguardista y su experiencia de lector, algo decisivo en la vida de Francisco Ayala, está en cada uno de sus libros. La creación sigilosa del escritor granadino tiene mucho de diálogo cómplice con la historia del arte y de la literatura. Sus museos, sus viajes… están ahí, como una piel inseparable de su existencia.
Puede afirmarse también que sus memorias son una reconstrucción literaria de su pasado. ¿Para mentir? No, la literatura no miente, utiliza la ficción para buscar la verdad, pero una verdad distinta al simple recuento de superficies. Francisco organizó sus recuerdos y sus olvidos en busca de una manera profunda de ser, un modo de mirar el mundo y la historia del siglo XX. Sus memorias son la novela de un siglo, porque al elegir situaciones nos presenta al mismo tiempo los sucesos y su interpretación, la conciencia que actúa y toma camino ante ellos.
Se elabora una memoria igual que se crea un personaje literario. El personaje de Recuerdos y olvidos es un hombre que se define insistentemente en sus elecciones. El argumento último es el destino de una conciencia enfrentada a la ruina familiar, al hundimiento de la monarquía de Alfonso XIII, al sueño de la Segunda República, a la Guerra Civil española como anticipo de una guerra mundial, al exilio y al regreso natural a la España democrática. Estas memorias se tejen en la decisión, en la historia de alguien que debe decidir. Ahí se ilumina el curso narrativo. Se van sucediendo en un mismo nombre el adolescente que elige renunciar a un futuro cómodo para no separarse de su familia, el joven universitario que evita una rápida colocación burocrática y apuesta por sus vocaciones literarias y pedagógicas, el escritor que aparca sus ficciones para comprometerse intelectual y humanamente con la suerte en peligro de su país, el viajero que prefiere asumir sus responsabilidades en medio de una guerra, el exiliado que se niega a la nostalgia y se integra en una nueva realidad mundial y, por fin, el desterrado que vuelve para integrarse en la construcción de una democracia compleja. En el fondo siempre está la cuidada conciencia que forja un valor sólido: la democracia social. Desde ahí se opina sobre las ilusiones, los totalitarismos, las identidades nacionales, la condición humana, las ciudades, la cultura y todo aquello que aparece, desaparece y vuelve a lo largo de un siglo.
Quien no haya tenido la suerte de conocer en vida a Francisco Ayala, puede mantener una larga conversación con él gracias a Recuerdos y olvidos. La intimidad de la literatura contiene el esfuerzo de coherencia que mantuvo a lo largo de su vida.