Voy a ilustrar un libro
Los personajes me interesan mucho y les dedico mucho tiempo a sus retratos. Los dibujo una y otra vez hasta que quedo satisfecha. “Malgasto” mucho papel. Sombreo bajo sus ojos y, mientras lo hago, fabulo sobre su personalidad, sobre su historia. Relleno huecos, las esquinas oscuras que comentaba. Mientras hablamos ya he dibujado todo el dramatis personae. No se crean, esto me lleva cerca de dos meses. El retrato del personaje principal suele ser fiel a la descripción del texto, aunque a veces añado algunos detalles: es obeso, viste de forma impecable y tiene un antojo en la sien. Licencia de ilustradora. Ahora nos toca hacer los escenarios, pero es algo que he estado preparando con tiempo y voy a tiro hecho. Acortemos. Ilustrar es mudarse a un libro durante unas semanas, meses, y este libro será mi morada hasta la fecha de entrega. Claustrofóbico, pero no conozco otra manera de hacerme con una historia. A partir de ahora se termina la calma. Mi proceso creativo será caótico. Me perderé dos o tres veces y tendré que volver a empezar. Odiaré la ilustración. No suelo disfrutar esta parte. Ilustrar es mi profesión y tengo que hacerlo dentro de unos estándares de calidad que yo misma me impongo, y los plazos suelen ser cortos. Vaya, me he despistado hablando: he hecho más ilustraciones de las que debiera para este capítulo y he dejado el siguiente vacío. El siguiente, entre nosotros, no me dice nada, pero tengo que ilustrarlo igualmente. No sé de dónde salen las ideas. A veces solo comprendo lo que he hecho cuando el trabajo está entregado. ¿Cómo es que no me he dado cuenta de que en esta escena estamos en invierno? He llenado el bosque de brotes y flores. Puedo hacer que parezcan una veladura fantasmal, es perfecto para esa parte de la historia, tres capítulos antes, en la que el personaje se viene abajo. Benditas metáforas, benditas tecnologías. Qué ratos más buenos me da la ilustración. Un momento, esto que acabo de hacer ¿y si lo utilizo como recurso narrativo en el resto de ilustraciones? Bien, volvamos a empezar. Ahora sí que lo tengo.
Han pasado unas semanas desde que entregué. Hoy han llegado los ejemplares justificativos por correo, los envía la editorial. Qué bien huelen a offset. He cobrado. Amo esta profesión, maldita sea.