Gran repercusión del IV EncuentroPoesía en Vandalia
Luis Alberto de Cuenca y Andrés Trapiello inauguraron la cita de otoño, consolidada como una de las principales convocatorias del calendario poético
FOTOS LUIS SERRANO
Hubo lleno absoluto en la inauguración del Encuentro Poesía en Vandalia, que organiza anualmente la Fundación José Manuel Lara con la colaboración del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS) de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento y la Orquesta Barroca de Sevilla. Luis Alberto de Cuenca y Andrés Trapiello, en diálogo con Jacobo Cortines, director de la colección Vandalia, fueron los encargados de abrir las jornadas celebradas en el Espacio Santa Clara, que acogen diversas formas de concebir la poesía por encima de generaciones, gustos o escuelas.Tras la bienvenida de la directora de la Fundación Lara, Ana Gavín, que resaltó el éxito de la iniciativa y su consolidación como una cita obligada para los aficionados al género, intervino Luis Alberto de Cuenca, quien confesó que de sus varias dedicaciones literarias la poesía es la que más satisfacciones le ha dado: “es con lo que más me he divertido y me considero ante todo poeta”. Para el autor de La caja de plata, “sin música y sin emoción no existe la poesía, no sé qué misterios profundos la envuelven que me hacen disfrutar tanto de ella”. Por su parte, Andrés Trapiello, afirmó que procura que “la poesía esté en todo lo que hago”, aunque presta una atención especial a su obra en verso: “Cuando algo me deja tranquilo y conforme, tengo la sensación de que no es mío, de que es mejor que yo. Sólo los errores los reconozco como propios”.
De la mano de Cortines, ambos evocaron el panorama poético de los años setenta y ochenta, hablaron de los linajes o tradiciones en los que se reconocen y mencionaron algunas referencias que no se limitan al ámbito de la lengua española. Como es ya costumbre, esa jornada inaugural acabó con un breve concierto a cargo de tres componentes de la Orquesta Barroca de Sevilla.
La segunda jornada del Encuentro, moderada por el editor Ignacio F. Garmendia, contó con la presencia de Juan Manuel Bonet, Rafael Juárez, Juan Bonilla y Erika Martínez. Bonet aludió a la presencia de ciudades y paisajes europeos en su obra, como reflejo de “una memoria que no siempre remite a mi propia vida, sino que es pura ficción poética”. Editor de la antología Las cosas se han roto, publicada en Vandalia, el estudioso del ultraísmo manifestó su interés por el diálogo entre la poesía y las artes plásticas. Preguntado por el uso de las formas cerradas de composición, Rafael Juárez, que insistió en su búsqueda de lo memorable, se refirió a la métrica que suele usar habitualmente en sus poemas: “Las estrofas clásicas me hacen escribir con mayor profundidad y creo que sirven para llegar más fácilmente a los lectores”.
Reciente Premio Bienal de Novela Vargas Llosa por su obra Prohibido entrar sin pantalones, Juan Bonilla destacó que la poesía “ha trascendido la tapia de los versos, igual que la belleza no está sólo en los museos. Los poetas hacen que el poema penda de un sentido, de una experiencia, y luego cada lector se inventa su propio árbol genealógico”. Erika Martínez, la autora más joven entre los invitados de este año, definió la poesía como “un espacio en el que se cruzan los fantasmas colectivos y los individuales” y trató del auge de los aforismos, género que ha abordado como creadora y estudiosa, diferenciando los órdenes de la poesía y el pensamiento.
La tercera y última jornada, moderada asimismo por Garmendia, contó con la presencia de Olvido García Valdés, José Carlos Rosales, Alfredo Taján y Ernesto Pérez Zúñiga. La primera mencionó algunas pautas que deben marcar la poesía: “Es imprescindible estar atento, entendiendo la atención como un fenómeno pasivo, que nos capta, nos absorbe y fascina. Hay que dedicarle paciencia, tiempo, y al mismo tiempo ser rebelde a la hora de enfrentarse a ella”. José Carlos Rosales, que acaba de publicar en Vandalia su último poemario, Y el aire de los mapas, se refirió a la creación poética como “un acto meditativo” y destacó el ritmo lento que ha caracterizado su trayectoria.
Después de citar algunos de los referentes históricos o artísticos que aparecen en su obra, Alfredo Taján asoció el poema a una “liturgia religiosa” y manifestó que defiende “la subjetividad y la excelencia, así como la voz de estilistas como Lezama Lima u Octavio Paz”. Cerró las jornadas Ernesto Pérez Zúñiga, autor de Siete caminos para Beatriz (Vandalia), que se refirió a la tradición poética “como una fuente a la que acude continuamente” y en la que se incluyen ya las vanguardias, “pues los autores del 27, por ejemplo, son parte de ese caudal que mantiene viva la poesía española contemporánea”.