“Sin espacio o sin aire no hay viaje posible”
José Carlos Rosales cierra ciclo poético con ‘Y el aire de los mapas’
Vandalia acoge de nuevo a uno de los poetas más valiosos de su generación, que con su última obra culmina una serie elaborada a lo largo de las tres últimas décadas. Y el aire de los mapas es “una especie de ajuste final de ciertas apreciaciones poéticas sobre la vida o el mundo, la existencia o la historia”, según explica el autor granadino, ya presente en el catálogo de la colección con El desierto, la arena —parte del mismo ciclo— y el volumen antológico Memoria poética de la Alhambra.
—¿En qué momento de su trayectoria como poeta llega Y el aire de los mapas?
—Con este libro se cierra el proyecto poético que inicié con el primero que publiqué, El buzo incorregible (1988), un ciclo en el que, exceptuando Poemas a Milena, están incluidos todos los que he publicado hasta ahora. De ahí ese clima conclusivo al que se alude desde la conjunción “Y” de su título. En un principio pensé que el ciclo no se prolongaría tanto en el tiempo, pero los temas fueron ampliándose o diversificándose, a la vez que se hacían más hondos o precisos. Este libro marca el fin de una etapa y, también, el inicio de otra a la que veladamente se alude en alguno de los poemas.
—Este viaje poético, interior, ¿está también asociado a un viaje físico, a un cambio de paisajes?
—El símbolo del viaje, intelectual o físico, siempre ha estado presente en mi trabajo, pero nunca ha estado solo, ha ido acompañándose de otras nociones muy próximas: el naufragio o la huida, el alejamiento o la pérdida, la frontera o el cansancio. Y, aunque no se aluda directamente a ello, supongo que mis recientes viajes por América han contribuido a perfilar esa sensación de tránsito y extrañamiento. Nuestros paisajes vitales cambian con el transcurso del tiempo, se modifican y depuran, y es lógico que esos cambios se manifiesten en los poemas.
—¿Se puede viajar sin mapas, sin guías?
—Lo ideal sería saber la intención de los mapas y comprobar si coincide con la nuestra. Aunque no siempre se perciba, algunos mapas tienen un objetivo que va más allá de la mera descripción de un territorio o de una ruta. Y, sobre todo, lo más interesante sería saber si viajamos para volver al lugar de donde hemos partido o si, por el contrario, lo hacemos para no regresar nunca. Con mapas o sin mapas, disponer de un espacio abierto es lo único imprescindible para poder viajar, sin espacio o sin aire no hay viaje posible.
Entre la ficción y el autorretrato
La Biblioteca de Clásicos Andaluces publica una obra mayor de la picaresca
Menos conocido que el Lazarillo, el Guzmán de Alfarache o la Vida del Buscón, Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón (1618) es uno de los grandes clásicos de la picaresca española, además de un claro precursor de la autobiografía moderna. Editada por Asunción Rallo, experta conocedora de la literatura de los Siglos de Oro, la obra del poeta, músico, humanista, soldado y aventurero rondeño Vicente Espinel —a quien se atribuye tanto la invención de la décima o espinela como la quinta cuerda de la guitarra española— es una novela compleja y amena con la que Espinel reelaboró en profundidad la poética del género picaresco. Frente a las biografías lineales de Lázaro de Tormes o Guzmán de Alfarache, el juego de proximidades y lejanías entre un héroe estamental (el escudero) y la sombra del autor destaca por su carácter novedoso y la sorprendente actualidad de su planteamiento.
Sin contar una vida desengañada ni someter la del protagonista al juicio de ninguna atalaya moral, Espinel transita por los límites fluctuantes entre la pura ficción y el genuino autorretrato. En la alternancia de historia o poesía, los artificios de temporalidades y recuerdos apuntan ya a las paradojas de la memoria y del creador creado que propusieron Proust, Unamuno o Pirandello.
Un espíritu libre
José Manuel Caballero Bonald asistió a la presentación de su biografía, con la que Julio Neira ha ganado el Premio Antonio Domínguez Ortiz
La sede de la Fundación Cajasol, institución que convoca junto a la Fundación José Manuel Lara el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías, acogió durante la pasada Feria del Libro de Sevilla la presentación de Memorial de disidencias. Vida y obra de José Manuel Caballero Bonald, de Julio Neira. El acto contó con la asistencia del escritor jerezano, que reconoció sentirse “abrumado por la dedicación del biógrafo, que me ha hecho un regalo de fin de carrera”.Ana Gavín, directora de la Fundación Lara, y Pilar Lacasta, directora de Comunicación y Relaciones Internacionales de la Fundación Cajasol, presidieron la presentación de la obra. Julio Neira destacó su cercanía con un autor al que conoce desde hace cuatro décadas y las ventajas de hacer la biografía de un personaje vivo, aunque tampoco ha querido abusar de la disponibilidad de su biografiado salvo para consultas puntuales. La obra de Caballero, en particular sus memorias “noveladas”, ofrece abundantes pistas, que pueden ahora contrastarse con un relato perfectamente documentado.
Caballero Bonald, por su parte, afirmó que el libro es “un recordatorio emocionado que me ha hecho reconocer una serie de datos que ya tenía olvidados. Neira ha trabajado de forma exhaustiva, buscando en archivos y hemerotecas, y si yo lo hubiera sabido, hubiese tenido una biografía más brillante, pero al final ha recogido lo que sabe de mí y lo que no se debe saber”. Reconoció que había descubierto “cosas que no sabía, sobre todo los antecedentes de mi familia paterna en Cuba, datos sobre mi bisabuelo y mi abuelo que no me han gustado del todo. Ha cumplido con creces todas las expectativas y ha escrito una biografía memorable”.
El título del libro alude a una faceta de la que el escritor andaluz se siente muy satisfecho: “He sido disidente —dijo Caballero Bonald— al no aceptar lo que se me daba hecho, al poder indagar en las cosas y dar mi propio diagnóstico de la historia. Ser obediente, sumiso o gregario es la peor de las actitudes que se pueden dar tal y como están las cosas hoy día”. Sobre este mismo aspecto, Julio Neira manifestó que el autor siempre ha sido “un espíritu libre, paradigma de los insurrectos, sin someterse a los dogmas”. En el transcurso de la presentación, pasó revista a la trayectoria vital y literaria de Caballero, destacando aspectos poco conocidos como su labor de editor y también su aportación al estudio del flamenco, una de sus grandes pasiones.
Eslava Galán, Posteguillo y Molina Foix, en el ciclo ‘Una de romanos’
Celebrado los días 4 y 5 de julio en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, el encuentro sobre literatura y cine “Una de romanos”, que organiza el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida en colaboración con el diario La Razón y la Fundación José Manuel Lara, fue protagonizado por tres autores de prestigio que comparten la fascinación por la antigua Roma: Juan Eslava Galán, Vicente Molina Foix y Santiago Posteguillo.Presidido por la consejera de Cultura y Educación de la Junta de Extremadura, Trinidad Nogales, el acto inaugural tuvo como protagonista a Eslava Galán, que habló sobre “Roma y Europa, la segunda caída del Imperio” y comparó, con su habitual dosis de humor e ironía, las pautas que provocaron el colapso del mundo romano con los acontecimientos actuales que está viviendo el continente. La segunda intervención estuvo a cargo de Molina Foix, presentado por el director del Festival de Mérida, Jesús Cimarro, que habló sobre “Cine de romanos: gladiadores, poetas, libertinos”. Por último, Posteguillo, presentado por la directora de la Fundación Lara, Ana Gavín, habló de “Trajano: De Hispania a Roma y luego el mundo”, defendiendo la pervivencia del legado latino al tiempo que explicaba cómo escribió su última novela, Circo Máximo.
Los secretos del arte narrativo
Eduardo Jordá presenta la obra ganadora del Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos
Lectores fieles, alumnos, aspirantes a escritores y amigos se dieron cita en la presentación de Lo que tiene alas. De Gógol a Raymond Carver, de Eduardo Jordá, obra galardonada con el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2014. La Fundación Cajasol acogió el acto, que contó con la participación del autor, el escritor Fernando Iwasaki, el editor Ignacio F. Garmendia y el director de Acción Social y Emprendedores de la Fundación Cajasol, Luis Miguel Pons.Lo que tiene alas reúne catorce lecturas en profundidad de algunas obras clásicas de la narrativa breve, desde Gógol hasta John Cheever y Raymond Carver, pasando por Melville, Kawabata, Cortázar, Zweig o Henry James. Jordá ha escogido obras ineludibles de la literatura universal que comenta en el taller de narrativa que imparte en Sevilla desde hace diez años. Con sus alumnos, cada mes y medio, suele analizar a fondo un libro que le gusta, por lo general un relato largo o una nouvelle, para explicarles “cuál es el mecanismo secreto que convierte ese libro en una obra de arte”.
En su taller, Eduardo Jordá trabaja para que los alumnos se conviertan en buenos lectores, que es el “paso previo imprescindible para convertirse en escritores”. El Premio Manuel Alvar, que conceden la Fundación Cajasol y la Fundación Lara, le ha dado “la posibilidad de publicar un libro que de otro modo habría sido difícil colocar en el mercado”, según él mismo reconoció, y que se ha colado antes de una novela que espera su turno entre los trabajos del escritor.
Jordá estuvo acompañado por Fernando Iwasaki, con quien fue desgranando y comentando las obras de los autores abordados en el ensayo. Entre otras consideraciones sobre su labor crítica, comentó que elige para sus clases “libros que me gustan, porque de otro modo no consigo explicarlos. Me resulta imposible destripar un libro que no me guste, para mí es una pérdida de tiempo. Y elegí libros que no son muy largos, en general relatos largos, porque así es más fácil comentarlos. Una novela larga me podría llevar varias semanas, y la única novela que he incorporado al libro es El gran Gatsby”, lectura que aprovechó para recomendar siempre.
Homenaje al cómic
‘Temblad villanos’, Premio Málaga de Novela, ya en librerías
El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, presentó la obra ganadora del Premio Málaga de Novela, que convoca el Instituto Municipal del Libro (IML) de esa ciudad con la colaboración de la Fundación Lara. Este año ha recaído en un “autor de género” que intenta llegar al mayor número de lectores con una propuesta de calidad, y que ha elegido para su novela el mundo de la historieta gráfica, salpicado de intriga y humor. Temblad villanos se impuso a más de novecientos originales, cifra récord de participación por la que el alcalde felicitó al director del IML, Alfredo Taján.La novela narra las aventuras de una inspectora de policía que tiene que resolver un extraño caso de asesinato, de la mano de un peculiar candidato a superhéroe de carácter excéntrico y disparatado. “En torno al debate —declaró el autor— entre cultura seria y popular existe un viejo prejuicio que cuesta muchísimo trabajo desarraigar: que la cultura ha de ser aburrida, que la distracción ha de ser vacía. He dedicado toda mi trayectoria narrativa, y sigo haciéndolo, a combatir ese estado de las cosas. Existe un punto intermedio, porque se puede escribir bien y no martirizar al lector, sino todo lo contrario”. Ruiz se ha apoyado en iconos de la cultura popular con el fin de construir “una novela policiaca que, junto con el cómic, a menudo son géneros maltratados como cultura de segunda división, destinada al público juvenil”. La influencia del cómic se intuye en el título y se percibe en la misma cubierta del libro, con un toque pop.