Nativel Preciado gana el Premio de Novela Fernando Lara con la obra ‘Canta solo para mí’
Canta solo para mí es una novela sobre el amor loco que viven dos jóvenes, una reportera gráfica y un periodista, cuando todo estaba prohibido en España: su amor, sus ideas y sus compañías. “Lucharon y se saltaron muchas barreras —dice la autora—. Gracias a personas como ellos tenemos ahora los derechos de los que disfrutamos. La novela es un homenaje a la fuerza de la juventud y a las ansias de libertad”.
La memoria contrastada
Escrita por Julio Neira, la biografía de Caballero Bonald ha recibido el Premio Domínguez Ortiz
Bien conocida por los dos excelentes volúmenes de memorias, Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001), reunidos por José Manuel Caballero Bonald en La novela de la memoria (2010), la trayectoria del poeta y narrador andaluz puede seguirse además a través de muchos de sus versos y en particular del poemario Entreguerras (2012), la magistral última entrega en la que el jerezano volvió a revisar su itinerario. Pero Caballero nunca ha ocultado lo que de recreación tienen sus ejercicios autobiográficos, y por eso no era un empeño ocioso cotejar los recuerdos del autor o su plasmación novelada con los archivos y los testimonios de los contemporáneos. Es lo que ha hecho Julio Neira en Memorial de disidencias, una exhaustiva biografía que divide ese itinerario en periodos, atiende asimismo a la recepción de los libros de Caballero y se acompaña de una estupenda colección de fotografías, muchas de ellas poco conocidas fuera de los círculos de especialistas.
Caballero Bonald es uno de los escritores españoles más fecundos e innovadores de las últimas décadas, con amplios intereses que abarcan la poesía, la novela, el ensayo o la crítica, pero su proyección pública no se ha limitado al ámbito de la literatura en el que ha ejercido como maestro indiscutido para varias generaciones de lectores. En efecto, su radical oposición
—renovada desde los tiempos de la lucha antifranquista— a los dogmatismos, el orden estatuido y las actitudes acomodaticias, así como su defensa de la libertad y la justicia social, retratan al jerezano como un intelectual lúcido, exigente y comprometido.
Atento también a esta faceta, Neira ha trazado en Memorial de disidencias un pormenorizado recuento de las distintas etapas de la vida de Caballero Bonald, fruto de una investigación que ha contrastado los episodios que el protagonista recuperó en La novela de la memoria o hizo aflorar en su narrativa y en su poesía, con otras fuentes documentales, aportando el relato minucioso, fluido de una vida pródiga en experiencias, esperanzas y desengaños, así como la valoración de su obra y el panorama general de toda una época.
Otra forma de hacer crítica
Eduardo Jordá logra el Premio Manuel Alvar con ‘Lo que tiene alas’
En mis comentarios de libros me gusta actuar como un relojero en su taller, uno de esos artesanos que casi ya no quedan y que antes trabajaban a la vista del público en las trastiendas de sus relojerías”. De este modo se expresa Eduardo Jordá en el prólogo a Lo que tiene alas, donde sigue la estela de maestros como Nabokov para apartarse de las interpretaciones mediatizadas en favor de un acercamiento a los textos mismos.
El volumen reúne catorce lecturas en profundidad de algunas obras clásicas de la narrativa breve, desde Gógol hasta John Cheever y Raymond Carver, pasando por Melville, Henry James o Yasunari Kawabata. Los comentarios de Jordá surgieron de un taller de creación literaria donde el narrador ha explicado los mecanismos compositivos que permiten alcanzar algo parecido a la perfección artística. El título está tomado de un aforismo de Joubert —“Todo lo que tiene alas está fuera del alcance de las leyes”—, pues el ensayista elude las interpretaciones académicas o profesorales que a menudo no hacen otra cosa que oscurecer los relatos en vez de iluminarlos. Para Jordá, la mejor interpretación posible de un relato es una lectura atenta. ¿Quién le roba el abrigo al escribiente de Gógol? ¿Existen o no existen los fantasmas de La vuelta de tuerca? ¿Qué altura tenía el edificio en el que trabajaba Bartleby el escribiente? ¿Existió un burdel real con muchachas narcotizadas en el que se inspirara Kawabata? Estas son las preguntas que Jordá responde en catorce esclarecedoras y fascinantes lecturas.
Vindicación de la novela de género
Luis Manuel Ruiz consigue con ‘Temblad villanos’ el Premio Málaga de Novela
Mi novela podría entenderse como una novela policiaca, pero he intentado rebasar esos márgenes. Es también una novela psicológica, de humor, con ribetes fantásticos”. Así define Luis Manuel Ruiz su obra Temblad villanos, ganadora de la octava edición del Premio Málaga de Novela, convocado por el Instituto Municipal del Libro (IML) del Ayuntamiento de Málaga en colaboración con la Fundación José Manuel Lara.
El jurado del premio, al que concurrieron más de novecientos originales, estuvo formado por los escritores Eva Díaz Pérez, Antonio Soler, Luis Alberto de Cuenca y Antonio Orejudo, el editor Ignacio F. Garmendia y el director del IML Alfredo Taján, que calificaron la obra ganadora como una novela “ágil, original, bien escrita y bien estructurada, que se sirve de guiños a la cultura pop para revisar el género negro en clave de parodia, destacando por la construcción de personajes y por la sabia dosificación de la expectativa”. El fallo se hizo público en un acto que contó con la asistencia del concejal de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, Damián Caneda, y la directora general de la Fundación José Manuel Lara, Ana Gavín.
Autor de ocho novelas y un libro de relatos, Luis Manuel Ruiz alterna la docencia con su dedicación a la literatura. Sobre Temblad villanos, el narrador sevillano afirmó que sigue la línea en la que ha venido trabajando, con la que intenta “maridar la cultura popular con la denominada alta literatura”, sin descuidar el compromiso del escritor con la lengua. Su obra es un homenaje al cómic donde aparecen iconos como Mortadelo, Tintín o Conan, cuyos seguidores —afirma Ruiz— son devotos y entusiastas: “Creo que la gran cantera de lectores está en ese ámbito de géneros o subgéneros que se han considerado literatura minoritaria o de segundo orden”.
Al hilo de una trama policiaca protagonizada por la inspectora Esther Béjar, la novela recrea un rosario de héroes de papel que se asocia a un extraño mundo en dos dimensiones, decorado con ciudades exóticas, monstruos, robots, damiselas en apuros, pilotos espaciales, rayos y truenos, héroes y villanos que huelen al chocolate de la merienda, a días lejanos en los que la vida era menos urgente.
Arte y exilio
José Pérez Olivares publica ‘A la mano zurda’, ganadora del Premio Hermanos Machado
Decía Rilke que todo ángel es terrible, como una suerte de demonio, y lo mismo se puede afirmar de los poetas o de otros creadores. Obra del cubano José Pérez Olivares, A la mano zurda trata de un demonio universalmente conocido cuyo nombre era Leonardo da Vinci. La obra y la vida del genio florentino recorren los poemas del libro, pero no enlazadas a modo de itinerario biográfico sino vistas desde una perspectiva que aúna la lección, la esperanza y el valor de la utopía.
“He vivido —dice Pérez Olivares— estos poemas desde adentro, y no hay una sola palabra que no descanse sobre la base de un dolor, de una negación, de un sueño”. Fruto de la imposible colaboración entre el gran pintor del Renacimiento y un poeta que de alguna manera evoca su propia trayectoria, el libro tiene también que ver con la experiencia del exilio, con aquellas huidas que el artista tuvo que enfrentar a causa de la soledad y de la guerra, y que son, en el fondo, las mismas de cualquier exiliado.
Para el autor de A la mano zurda, en su poesía aparecen con nitidez tres zonas: “Una que nace de la contemplación y análisis de las obras pictóricas, otra relacionada con el devenir histórico y una última que tiene que ver con las Sagradas Escrituras. Soy pintor de formación y los temas vinculados a las artes plásticas se me aparecen de manera natural. Lo que suele predominar es una reflexión sobre la conducta humana, no sobre la obra de arte como fenómeno estético. En definitiva no soy sino un pintor que escribe poemas o un poeta que pinta cuadros, que para el caso es lo mismo”.