La agenda del tricentenario
Exposiciones, publicaciones nuevas o recuperadas, lecturas, simposios, espectáculos o certámenes dan contenido a una efeméride que se celebra con la vista puesta en el futuro
En 2014 la Real Academia Española está de cumpleaños. O, por mejor decirlo, de cumplesiglos. Los fundadores estuvieron decididos a constituir una Academia “que se compusiese de sujetos condecorados y capaces de especular y discernir los errores con que se halla viciado el idioma español con la introducción de muchas voces bárbaras e impropias para el uso de gente discreta”. A tal fin, conciben como instrumento inexcusable “un amplio diccionario de la lengua castellana, en que se dé a conocer lo más puro de ella”. El fruto de sus desvelos no se demorará, pues en 1726 comienza la publicación del llamado Diccionario de Autoridades, cuyos seis tomos se completarán en 1739. Seguirán la Orthographia española (1741) y la Ortografía de la lengua castellana (1754), la Gramática (1771), el primer Quijote de la Academia, impreso por Ibarra en 1780, ilustrado totalmente por artistas españoles, y en ese año el Diccionario de la lengua castellana reducido a un tomo para su más fácil uso.Hoy la RAE consta de 46 académicos, cuya función primordial sigue siendo la misma, elaborar el Diccionario de la lengua española cuya vigésimotercera edición —edición del tricentenario— se presentará en otoño de 2014, en Madrid, y en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) a principios de diciembre. En años inmediatamente anteriores (2009 y 2010) Espasa había publicado también una nueva Gramática y una nueva Ortografía, herederas de aquellas que empezaron a publicarse en el siglo XVIII. Las guerras impidieron la conmemoración del primer y segundo centenario de esta efeméride. En 1813-1814 España lo estaba contra el francés, y los académicos se habían dividido en dos facciones: los afrancesados continuaban con sus trabajos en la corte de José I Bonaparte mientras que los patriotas contribuían en Cádiz a los trabajos de la Pepa, y a la independencia nacional. En 1913 la RAE programó algunas actividades para la fecha exacta del segundo centenario de la Real Cédula. Mas en octubre de 1914, el director Antonio Maura justificaba la inoportunidad de la conmemoración por causa de “las críticas y extraordinarias circunstancias que envuelven a los más cultos pueblos europeos”. El estallido de la Gran Guerra en Europa durante el verano de ese año hizo imposible aquel proyecto, y la Academia hubo de limitarse a la celebración de un pleno extraordinario, pero no público.
No es el caso, por suerte, de este año 2014, en que la RAE no pretende festejar, sino estrictamente conmemorar —hacer memoria— de sus tres primeros siglos de existencia. Tampoco estamos en el mejor de los momentos posibles, pero sería incomprensible esperar otra centuria para recapitular la trayectoria de aquella corporación cuyos Estatutos consagraron como emblema de la RAE el crisol, y como su lema, el que se hará famoso enseguida de Limpia, fija y da esplendor.
Al tricentenario nos venimos dedicando desde septiembre de 2013, con la inauguración en la Biblioteca Nacional de la exposición La lengua y la palabra. Trescientos años de la Real Academia Española, cuyos comisarios fueron los académicos Carmen Iglesias y José Manuel Sánchez Ron. Clausurada el 26 de enero de 2014, una versión itinerante recorrerá varias ciudades españolas a lo largo de 2015 y será el broche de oro de la conmemoración a finales de 2015 en México D.F., con la inestimable colaboración de la Academia Mexicana de la Lengua Española. Esta inexcusable dimensión expositiva se completará en 2014 con una muestra sobre Lope de Vega y la titulada El rostro de las letras, ambas producidas en colaboración con la Comunidad de Madrid. Esta última presentará una magnífica colección de fotografías de los escritores españoles de los siglos XIX y XX seleccionadas por Publio López Mondéjar y Lucia Laín.
La próxima edición del ‘Diccionario’ habrá de ser de nuevo cuño y planta, para beneficiarse de los nuevos recursos hipertextuales y para atender a las demandas de un público entre el que ya empezarán a ser mayoría los nativos digitalesEl catálogo de La lengua y la palabra sirve como libro institucional de la efeméride, que como no podría ser de otro modo va acompañada de una cumplida serie de publicaciones. La primera ha sido la edición facsimilar de los seis tomos del Diccionario de Autoridades y el cierre lo dará la vigésimotercera edición del DRAE. Se han producido ya o lo van a ser enseguida cuatro ediciones conmemorativas de Galdós, Baroja, Francisco Ayala y Miguel Delibes, doce discursos de ingreso en la corporación, desde el primero leído en 1848 hasta el del propio Ayala, de 1984, la reedición puesta al día de la Historia de la RAE que Alonso Zamora Vicente publicó en 1999 y, como novedad, La RAE. Vida e historia de Víctor García de la Concha. Aparecerán dos fascículos especiales del Boletín de la RAE, dedicados, respectivamente, al siglo de las Luces y a una antología de los más representativos trabajos de entre los 2000 que acogió durante su primer siglo de andadura. Mención aparte merece la nueva edición, a cargo de la Fundación Lara, del volumen Al pie de la letra en el que los académicos glosan, en muy diversos registros, la letra mayúscula o minúscula que identifica la silla que ocupan u ocuparon.Especial repercusión ha tenido el programa Cómicos de la lengua dirigido por José Luis Gómez, que en el primer semestre de 2014 ha llevado desde el salón de actos de la RAE a los teatros de Madrid diez presentaciones de textos de la literatura española, desde el Mio Cid hasta La media noche de Valle-Inclán.
Buena ocasión la del tricentenario para abrir las puertas de la RAE. Para conmemorar también el centenario de la segunda parte de El Quijote, la RAE llevará uno de sus plenos extraordinarios a Argamasilla de Alba. Desde el enclave de la casa de Lope, que le pertenece, la RAE ha querido contribuir a la dinamización del llamado Barrio de las Letras con un espectáculo de teatro en la calle basado en un guion de Arturo Pérez Reverte, y ha realizado en el verano de 2014 en los jardines de la casa del poeta una serie de proyecciones de películas basadas en obras de académicos. Por otra parte, ha convocado el primer premio BORAU-RAE al mejor guion cinematográfico escrito en español. Ha colaborado también con la 54ª edición del concurso Jóvenes talentos de relato corto acogiendo en su seno a los concursantes madrileños y a todos los finalmente premiados. En la misma línea hay que contar el Club de lectura de la Biblioteca clásica de la RAE, dirigido por diez académicos que se están reuniendo en la Casa del Lector con grupos interesados por nuestras obras clásicas.
La dimensión tecnológica que la RAE ha venido desarrollando desde los primeros años noventa del siglo pasado se muestra también en varios proyectos. El más visible ha sido la puesta en marcha del nuevo portal académico, pero hay que sumar el proceso de digitalización del archivo histórico y los trabajos del CORPES, el corpus de español del siglo XXI dirigido por Guillermo Rojo, que está a punto de alcanzar ya los 300 millones de formas tomadas a partir de 2000 de documentos orales y escritos procedentes en un 70% de fuera de España.
Aunque bien podría considerarse la nostalgia achaque propio de toda conmemoración centenaria, la Real Academia Española se ha propuesto inspirar la suya en una paradójica nostalgia del futuro, como la que alimentaba el desasosiego del gran poeta portugués. Y como muestra palmaria de que esto es así, baste mencionar que inmediatamente después de la presentación de la 23ª edición del DRAE del tricentenario, tendrá lugar en la sede académica de Felipe IV un simposio internacional sobre el futuro de los diccionarios en la era digital. Será el mejor homenaje que se podría rendir a los fundadores que se agruparon en 1713 para solventar el oprobio nacional que para ellos representaba la ausencia para el castellano de una obra lexicográfica a la altura de las francesas o italianas. Porque la 24ª edición del Diccionario de la lengua española habrá de ser, inexorablemente, de nuevo cuño y planta, para beneficiarse de los nuevos recursos hipertextuales y para atender a las demandas de un público entre el que ya empezarán a ser mayoría los nativos digitales.
Darío Villanueva es secretario de la Real Academia Española y coordinador del III Centenario.