El peligro de vivir de prestado
El ritmo actual de consumo de los recursos disponibles, así como el impacto de la actividad humana sobre el planeta, precisan de una rectificación que evite el colapso
Los seres humanos vivimos de prestado con la Tierra, ya que consumimos cada vez más de lo que nos puede ofrecer. Nuestra huella ecológica deja en evidencia que nos comemos un planeta y medio, y al actual ritmo de crecimiento de consumo, en 2050 necesitaremos dos planetas y medio. ¿Y cómo es posible utilizar más de lo que tiene el planeta? Como explica Mathis Wackernagel, uno de los creadores del concepto de huella ecológica junto a William Rees, “al igual que cuando una persona gasta más de lo que tiene. En un mundo con muchos recursos, que haya unos países que usan más que otros no es problema, porque otros países se lo venden. Pero en la actualidad entramos en un mundo diferente, porque cada vez hay más escasez de recursos. Este modelo de crecimiento es absurdo desde un punto de vista físico”.La huella ecológica mide la superficie necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano y para absorber los residuos que genera. Si se consume más de la cantidad disponible, se genera un “déficit ecológico” y la huella crece. Si es así, el consumo se basa en la utilización de los recursos de otros territorios o de generaciones futuras. Y aunque consumiéramos exactamente una Tierra, seguiría siendo un planteamiento insostenible, porque hay unos 8,7 millones de especies que también viven en el planeta.
La media dice que si yo como un pollo y mi vecino no, habremos comido medio cada uno. Un planeta y medio es la media de la huella ecológica de todos los países a nivel global, de manera que enmascara el exceso de unos apoyándose en las escasez de otros. Si todas las personas del mundo viviéramos como un ciudadano medio de Emiratos Árabes Unidos o de Estados Unidos, necesitaríamos más de cuatro planetas y medio. Si todos viviéramos como un ciudadano medio de la India, utilizaríamos menos de la mitad del planeta. Los españoles no nos quedamos cortos, ya que usamos tres Españas y media.
La huella ecológica mide la superficie necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano y para absorber los residuos que genera. Si se consume más de la cantidad disponible, se genera un “déficit ecológico” y la huella creceWackernagel es el fundador y presidente de Global Footprint Network (GFN), una ONG internacional para dar a conocer la huella ecológica en todo el mundo. De ellos es también el concepto del “Día del Exceso de la Tierra”. Si pusiéramos en un calendario los recursos que la Tierra puede producir para todo el año, los seres humanos los acabaríamos en la actualidad el 2 de agosto. El GFN estima además que este exceso llega cada vez más pronto: en 1980 el 9 de noviembre, en 1993 el 21 de octubre, en 2003 el 22 de septiembre, en 2013 el 21 de agosto…La huella ecológica es también un indicador del impacto ambiental que provocamos en el planeta. El “Informe Planeta Vivo” es un trabajo científico bienal de la organización conservacionista internacional WWF que documenta desde 1996 el estado del planeta, los ecosistemas y la huella ecológica provocada por la demanda de recursos naturales de la humanidad. En su última edición, de 2016, asegura que la biodiversidad mundial disminuye a un ritmo “alarmante”: la población mundial de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles ha disminuido un 58% entre 1970 y 2012, debido a las actividades humanas, y prevé una disminución de hasta un 67% en tan solo medio siglo (en el periodo 1970-2020).
Los autores del informe acusan al consumo global de alimentos y de energía como los principales enemigos. Nuestro sistema alimentario está llevando al planeta al limite: la agricultura ocupa el 34% de la superficie de la Tierra y consume el 69% de las extracciones de agua dulce. Producimos mal y comemos peor: una tercera parte de los alimentos que se producen se tiran. Por su parte, el componente dominante de la huella ecológica durante más de medio siglo ha sido el dióxido de carbono (CO2), principal gas implicado en el cambio climático emitido por la quema de combustibles fósiles, que no ha dejado de crecer: si en 1961 representaba el 36% de toda la huella ecológica de la humanidad, en 2010 ya alcanzaba el 53%.
Además, la huella ecológica que estamos dejando es ya permanente. Los materiales que venimos depositando desde los años cincuenta del siglo pasado tienen sustancias químicas y materiales como plásticos, cemento, metales pesados o isótopos radiactivos producidos en las explosiones atómicas que se han extendido por todo el planeta, incluso en las partes más remotas sin presencia humana. Por ello, los científicos señalan que vivimos en una nueva época geológica, el Antropoceno, claramente diferente a la anterior, el Holoceno.
Si todas las personas del mundo viviéramos como un ciudadano medio de Estados Unidos, necesitaríamos más de cuatro planetas y medio. Si todos viviéramos como un ciudadano medio de la India, utilizaríamos menos de la mitad del planetaAlejandro Cearreta, geólogo de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y único español del grupo de científicos de la Comisión Internacional de Estratigrafía sobre Antropoceno, explica que el término se refiere al tiempo en el que los seres humanos —la raíz griega delata su origen— sacamos al planeta fuera de su variabilidad natural: “Nos hemos convertido en un agente que transforma los procesos geológicos, algo que no habíamos hecho nunca desde que aparecimos como especie, hace unos 200.000 años. Hemos cambiado el funcionamiento de la superficie del planeta, y no es una simple anécdota. El impacto está dejando huella en los sedimentos, en las rocas del futuro, de la misma manera que vemos huesos de dinosaurio o el origen de la vida con los primeros fósiles”.La situación es preocupante, pero no irremediable. El “Informe Planeta Vivo” no solo indica los síntomas de la enfermedad, sino que hace hincapié en los remedios, porque sus impulsores piensan que todavía estamos a tiempo de solucionarlo. Para ello proponen cinco puntos básicos que gobiernos, empresas y ciudadanos podemos —y debemos— hacer:
- Preservar el capital natural: restaurar los ecosistemas dañados, detener la pérdida de hábitats prioritarios y expandir de forma significativa las áreas protegidas.
- Producir mejor: reducir bienes y desperdicios, gestionar los recursos de manera sostenible y aumentar la producción de energía renovable.
- Consumir de manera más inteligente: adoptar estilos de vida de bajo impacto en la huella ecológica y patrones de consumo de alimentos más saludables, y usar energía sostenible.
- Reorientar los flujos financieros: valorar la naturaleza y los costes ambientales y sociales, apoyar y recompensar la conservación, gestionar los recursos de manera sostenible e innovadora.
- Gobernar de forma equitativa: compartir los recursos disponibles, tomar decisiones justas y ecológicamente informadas, y medir el éxito más allá del PIB.
Solo tenemos un planeta, y si queremos que nosotros y nuestros hijos continuemos en él, debemos ya de dejar de vivir con un préstamo que no podremos pagar. Evitar la huella ecológica está en nuestras manos, o siguiendo con la analogía, en nuestros pies.