Una conciencia puesta en pie
La publicación de ‘Por obra del instante’, donde se reúnen las entrevistas a Juan Ramón Jiménez, y la anunciada de ‘Vida’, descubren nuevos perfiles en torno a su inmensa figura
Juan Ramón Jiménez es el mejor escritor español del siglo XX, tanto en verso como en prosa. Así lo he considerado siempre. Así podrá comprobarlo todo aquel que decida leerlo en profundidad. Si fue un gran poeta, también consiguió ser un gran prosista, tal vez el mejor del siglo junto a Unamuno. Su influencia es patente en todas las generaciones que vinieron tras él: en el 27 y en los Novísimos especialmente, aunque también poetas del cincuenta como Valente o Caballero Bonald lo reconocieron siempre. Incluso en la generación más reciente de la poesía española, la de los poetas nacidos en los setenta y ochenta, su influjo es decisivo. ¿Sigue vivo Juan Ramón entre nosotros hoy? Sin duda. Ya pasó el tiempo en que se le intentó ningunear y marginar en la posguerra, haciendo bandera ideológica los poetas de aquel momento de Machado e ignorándolo a él (a él, que fue tan republicano como el otro gran poeta andaluz y que jamás quiso volver a la España de Franco, dejando el testimonio de su lealtad al país perdido en su estremecedor libro Guerra en España). Es famoso el hecho de que Castellet lo dejó fuera de su antología Veinte años de poesía española. España ha sido casi siempre un país de literatura realista y pedestre, pero él vino a cambiar ese estado de cosas. Y lo consiguió. Hoy más que nunca seguir su ejemplo supone ser un poeta exigente y tenaz; tal vez ya no es necesario ser un poeta tan puro en la escritura, pero sí puro en el espíritu y la actitud que se adopta ante el hecho poético. El poeta de Moguer será siempre el mayor modelo de consagración de la vida y el alma a la poesía. No torre de marfil, sino casa de cristal abierta en el centro del mundo. Alguna vez dijo él que el poeta, en su obra, no hace sino dejar caer de vez en cuando algunas de las joyas del tesoro espiritual que lleva dentro.Dos libros recientes o de próxima aparición, la anunciada Vida que verá la luz en Pre-Textos y Por obra del instante que ha editado la Fundación José Manuel Lara, vienen a confirmar ese lugar de privilegio en las letras españolas de hoy y de siempre. Vida es un proyecto ambicioso donde Juan Ramón realiza un repaso a las circunstancias que rodearon el desarrollo de su obra y su vivir en la paz, en la guerra y en el exilio. Libro fundamental para todo juanramoniano, es de agradecer esta cuidada edición —a cargo de Mercedes Juliá y María Ángeles Sanz Manzano— que nos pone al tanto del punto de vista personal de Juan Ramón sobre numerosos temas que afectaron a su creación y su vida, siendo uno de los más interesantes su relación con los otros escritores de la época y la importancia que el poeta dio siempre a esclarecer malentendidos y calumnias dirigidas contra él por el grupo de discípulos a los que alentó y ayudó en sus inicios y que se fueron apartando poco a poco de él. Vida es un proyecto totalizador en el que el poeta quiso recoger sus distintas facetas; no faltan su labor de conferenciante o traductor o la muy importante visión crítica que siempre tuvo: recordemos por ejemplo cómo supo advertir tempranamente, frente a la moda castellanista del 98, que el gran Machado era el primero, el de Soledades. Respecto la capacidad crítica que ha de tener un poeta completo, dijo: “Se pretende frecuentemente separar el talento creador y el talento crítico. No. Quien no los reúna no es completo. Además, solo el que reúna los dos puede comprenderse en ambos sentidos”. No solo Machado fue objeto de su atención crítica; también lo fueron Azorín, Valle-Inclán o Rubén Darío. También quiso reflejar el poeta en Vida las críticas, incluso negativas, que otros habían hecho sobre su obra, y asimismo su epistolario. Nuevamente, el deseo de dejar claras las circunstancias de las polémicas en que se había visto envuelto lo llevó a registrarlas a partir de los documentos originales: “Se ha hecho y dicho tanta cosa falsa, desviada, fea contra mí que me parece que tengo derecho a publicar lo que puede aclarar mi vida, mi historia, mi leyenda y la de otros conmigo”. También se habla en este libro de las fuentes de su escritura, de aquellos autores que influyeron en él y fueron decisivos en la configuración final de su obra: entre ellos destacan, por ejemplo, Bécquer, Rubén Darío, Garcilaso, Mallarmé, Shakespeare o San Juan de la Cruz. Y no solamente comparecen escritores, sino también otros artistas de los campos de la música, la pintura o la escultura que a Juan Ramón le parecen esenciales en su visión conjunta de las distintas artes. No ignoró el poeta que su propia obra había influido en otros poetas más jóvenes de España y América. En concreto, nos llama la atención su fijación con Guillén y Salinas, los “poetas profesores” que fueron fieles discípulos y luego lo abandonaron. Piensa uno que es verdad, que Juan Ramón tenía toda la razón del mundo al darse cuenta y defender su influencia sobre ellos. Preguntémonos, simplemente, si hubiéramos tenido el Romancero gitano de Lorca sin los bellos y numerosos romances de la época primera del poeta de Moguer. El primer volumen de Vida se centra, básicamente, en la prosa autobiográfica titulada Días de mi vida. El símbolo del mar, que tan importante fue para él, configura el eje que divide sus distintas épocas vitales y creativas.
Por su parte, la Fundación Lara nos regala otro libro indispensable para los juanramonianos: una colección de entrevistas, pulcramente editadas por Soledad González Ródenas con el título de Por obra del instante, que el poeta fue concediendo a lo largo de su vida. Es este un libro importante, pues en él tenemos la ocasión de escuchar las opiniones del poeta de viva voz y de primera mano. La colección de entrevistas es tan amplia que abarca toda la trayectoria del poeta, reflejando sus diferentes épocas creativas. A un hombre libre y fiel a sus principios, que no buscaba el aplauso ni la aprobación de nadie, descubriremos en estas entrevistas. Su vida, su obra, sus ideas estéticas y políticas nos son transmitidas con cercanía mediante diversos interlocutores (llegaron a entrevistarlo incluso para la prensa alemana). Desde la primera entrevista, publicada en La provincia de Huelva en 1901, a la última, Juan Ramón muestra ser una persona reflexiva, exigente consigo mismo y con los demás. Sensibilidad y fuerza aparecen unidas. Una conciencia puesta en pie hasta el fin, como dijo alguien que debía ser un poeta, aparece en estas entrevistas. Y su opinión sincera sobre otros autores contemporáneos, cómo no, también la hallamos en Por obra del instante. Veamos, por ejemplo, lo que dice de Machado y Unamuno: “Antonio Machado […] es un retórico. Unamuno es un gran espíritu, pero no tiene amor a la belleza y hace cosas horribles, pero es un hombre que arde”. Y las famosas palabras de Alberti —“jamás poeta español iba a ser más querido y escuchado por toda una rutilante generación de poetas”— nos transmiten una verdad a medias, la de la compleja relación del poeta con sus discípulos, que dejó de ser tan idílica con el tiempo. Juan Ramón obedeció siempre al ideal de su vida, que fue la Poesía, la Obra. Estas entrevistas lo dejan bien claro y confirman su aforismo famoso: “yo tengo encerrada en mi casa, por su gusto y el mío, a la Poesía y nuestra relación es la de los apasionados”. Sus intereses, sus puntos de vista, sus manías…, todo ello y más hallaremos en esta fascinante compilación.