Voces de la nueva novela
Muy volcada en el conflicto de la identidad, la narrativa portuguesa última se hace eco de las convulsiones contemporáneas aportando puntos de vista alejados del tópico
La narrativa última portuguesa se consolida como una de las más sugerentes de las últimas generaciones. No hace falta apelar al éxito de Saramago o de Lobo Antunes para hablar de su presencia internacional. Al contrario que antes, esta narrativa es algo más que aisladas figuras y excepciones. Plurales, diversos, personales, los nuevos novelistas portugueses han abandonado el viejo canon crítico, y han creado un universo de voces sumamente originales y muy novedosas en el panorama narrativo del viejo continente. Nacidos en los alrededores del trauma que vivió Portugal al perder sus colonias de Angola y Mozambique y de las consecuencias políticas que tuvo (la caída de Salazar y la Revolución de los Claveles el 25 de abril de 1974), en ellos se va a dar un doble proceso: la continuación de ese cosmopolitismo o apertura tan caro a la literatura portuguesa del último siglo y, a la vez, la reflexión sobre la historia cercana de Portugal sin innecesarios apriorismos ideológicos. Plurales, diversos, personales, los nuevos novelistas portugueses han abandonado el viejo canon crítico, y han creado un universo de voces sumamente originales y muy novedosas en el panorama narrativo del viejo continenteSon autores que marcan sus propias revoluciones estéticas apelando a la memoria o a la imaginación, al realismo o a cierta voluntad de vanguardia, como forma de reivindicar su derecho a la libertad de creación. Escritores que han creado su obra en un panorama marcado por las mutaciones culturales de este tiempo: el consumismo, la revolución digital, la interiorización del capitalismo, las distintas formas de una crisis que va más allá de lo económico. Es sabido que, en mucha de la narrativa reciente, la ausencia de riesgo va pareja a la sobrevaloración del papel del lector, es decir, a la sobrevaloración de una literatura enfocada a su asimilación inmediata por parte de la masa lectora. Pero hay que decir que la narrativa portuguesa última, sin ignorar este proceso, aporta la suficiente audacia y ambición para no sucumbir ante él. Como Gonçalo M. Tavares ha declarado: “La lectura no consiste solo en leer un texto, sino en levantar la cabeza, ahí empieza realmente buena parte de la creación. Si el libro es muy exhaustivo, didáctico, no queda nada para el lector. Pero si una frase tiene una intensidad que nos hace levantar la cabeza, empieza algo que te lleva a imaginar, a asociar. La potencia de la frase depende de concentrar lo esencial”. Sin embargo hay un acercamiento al lector, y reevaluación de las perspectivas desde la que debe acometerse la lectura. Tal vez por eso, estos escritores vuelven al placer de contar historias, pero sin dejar de lado la ambición que todo texto literario conlleva.En la narrativa portuguesa última tal vez el conflicto sobre el que una y otra vez se reflexiona es el de la identidad: identidad personal, identidad de Portugal como país y la crisis de una cierta forma de identidad cultural monolítica. Esto les lleva a repensar sobre las diferentes caras de un sistema que está creando en el mundo occidental múltiples encrucijadas sociales: migraciones, despoblación de las zonas rurales, mestizaje. La narrativa portuguesa última se hace eco de las convulsiones contemporáneas aportando puntos de vista literarios alejados del tópico. Hay un muy sugestivo trabajo de la lengua, del estilo, pero también de las estructuras, de los personajes, y de sus mundos narrativos atravesados por la crítica o el análisis. Muchos rechazan el tratamiento superficial de esas tramas o de esos personajes y optan por historias o personajes profundos, fuertes y hasta perturbadores.
Ese pensamiento sobre la identidad lo encontramos en Gonçalo M. Tavares, en José Luís Peixoto, o en Walter Hugo Mae. Pero también en El Retorno (Editorial La Umbría y la Solana) de Dulce Maria Cardoso, donde el recurso de la oralidad da autenticidad a la voz de Rui, un adolescente que cuenta su experiencia de desarraigo al abandonar Angola días antes de su independencia y desembarcar en una Lisboa desconocida. La narrativa de Cardoso atiende más a la sugerencia que a la grandilocuencia, a la insinuación que al fresco histórico, pero sabe expresar de forma contundente el mundo mental de ese muchacho que pierde sus raíces, y tiene que construírselas de nuevo. Es también una novela actual en tanto que habla de la experiencia de ser desplazado y de las mutaciones personales a que nos somete.
También en el terreno de la indagación de la memoria, tanto individual como colectiva, se mueve la narrativa de José Luís Peixoto, que combina la realidad y la alegoría, lo rural, lo personal o lo nacional escrito desde estructuras postmodernas. En muchos sentidos recuerda a Faulkner por la manera de transcender esa realidad y expresar su sentido dramático. Sus libros vuelven a hablar de la Portugal del Alentejo profundo que sufrió uno de los mayores éxodos contemporáneos, el de la emigración desde la Europa del Sur, pobre y atrasada, a Francia o a Centroeuropa. Todo ello puede leerse en Libro (El Aleph) o en Galveiras (Random House), sin olvidar esa pequeña pieza maestra sobre la muerte de su padre, Te me moriste (Minúscula).
En ellos se va a dar un doble proceso: la continuación de ese cosmopolitismo o apertura tan caro a la literatura portuguesa del último siglo y, a la vez, la reflexión sobre la historia cercana de Portugal sin innecesarios apriorismos ideológicosPrecisamente en la Francia de la emigración portuguesa nació Valério Romão. Su trilogía Paternidades falhadas es una de las empresas narrativas más solventes de la última generación. En Cair para dentro (Abysmo) el tema del Alzheimer le sirve para tratar precisamente los sueños, antes y después de la Revolución, fallidos o equivocados, las esperanzas que murieron al mismo tiempo que la política se hacía solo formalmente más democrática. Hay que llamar la atención sobre el recurso narrativo del fragmento que indica el mundo disociado de la enfermedad y el mundo disociado de un país que pulveriza su propia memoria.Sobre la memoria igualmente reflexiona Walter Hugo Mae en Máquina de hacer españoles (Alfaguara), donde se dan cita todos los símbolos portugueses en una residencia de ancianos, y en su último libro publicado entre nosotros, la deliciosa y esencial Hombres imprudentemente poéticos (Rata).
Otro de los escritores internacionalmente más relevantes es Gonçalo M. Tavares. Su ambición le ha hecho crear un mundo novelístico que recoge aquella fuerza dramática de la mejor narrativa centroeuropea del siglo pasado, sin olvidar que esta es una generación en deuda permanente con la narrativa anglosajona. De cualquier forma tal vez el estilo de Tavares sea el más cercano a ámbitos literarios no frecuentados por el realismo anterior. Hable del mal, cree un Barrio, o intente escribir una epopeya postmoderna (en El viaje a la India, Seix Barral), su indagación en la mente humana o en los procesos sociales de la historia siempre raya a una altura considerable.
Un mosaico de soledades crean João Tordo en El duelo de Elías Gro (Vulcano) e Isabel Rio Novo en A febre das almas sensíveis (Dom Quixote), donde el tema de la tuberculosis en los años treinta y cuarenta sirve para hacer una radiografía social. Como ella escribe: “La tuberculosis era la dolencia de las sociedades miserables. Y Portugal era una sociedad miserable”.
Tal vez sea Filipa Martins la autora post-25 de abril, es decir, los nacidos una década después de la Revolución de los Claveles, que más ha llamado la atención y en la que las formas de una nueva vanguardia toman mayor fuerza, por ejemplo en Na memória dos rouxinóis (Quetzal).
Plurales y diversos, decíamos, excepcionales siempre, los nuevos narradores portugueses ya no forman parte de ningún territorio periférico, sus obras tienen mundo, riqueza de lenguajes y una emoción estética a prueba de lectura. El universo que crean no se agota en este mapa provisional y urgente. Hay muchos mapas, muchas voces. Como dice João Reis, otro autor imprescindible, ha cambiado la mentalidad y la forma de ver las cosas.